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Aparición del Niño al Padre Pío

29 de Diciembre del 2018 - RAFAEL GUTIÉRREZ AMARO (SEVILLA)

De "Aleteia" he obtenido este bello relato, que nos puede llenar el alma del amor sobreabundante que Dios nos tiene y de la magnitud de la gracia que los santos obtienen de ...l.

Al santo Padre Pío le encantaba la Navidad.

Sintió, siendo aún un niño, una especial devoción por el "Bebé Jesús".

El capuchino fray Joseph Mary Elder nos cuenta que, en su hogar en Pietrelcina -siendo aún muy joven-, preparaba el Belén él mismo. A menudo empezaba a trabajar, en él, ya en octubre. Cuando sacaba a pastar el rebaño familiar, buscaba arcilla para moldear las estatuillas de los pastores, las ovejas y los Reyes Magos. Ponía un cuidado especial en la creación del niño Jesús, al que reconstruía una y otra vez hasta que sentía que le había quedado perfecto.

Esta devoción le acompañó durante toda su vida. En una carta escribió:

"El corazón se siente demasiado pequeño para contener tantos bienes del cielo".

La Misa de Medianoche en concreto era una celebración llena de dicha para el Padre Pío. Su alma se elevaba hacia Dios con enorme alegría y felicidad. Alegría, felicidad y entusiasmo que era fácilmente visible y que transmitía a los demás.

Además, testigos han relatado que pudieron ver al Padre Pío sosteniendo en brazos al "Bebé Jesús". Y no era una estatua de porcelana, sino el mismísimo Niño Jesús que se apareció en una visión milagrosa.

Renzo Allegri cuenta una de las historias.

Y el padre Raffaele da Sant'Elia, que vivió junto al Padre Pío, contó otra historia similar:

Era el año 1924. Iba a la iglesia a la Misa de Medianoche en. El pasillo era enorme y oscuro, la única iluminación era la llama de una pequeña lámpara de aceite. A través de las sombras pude ver al Padre Pío. Me di cuenta de que estaba envuelto en una banda de luz. Busqué una mejor vista y vi que tenía al Niño Jesús en sus brazos. Y yo me quedé allí, absorto, y caí de rodillas. El Padre Pío pasó por mi lado, todo refulgente. Ni siquiera se percató de que yo estaba allí.

Estos sucesos sobrenaturales destacan el profundo amor del Padre Pío hacia Dios. Por su amor obtenía más gracias; gracias que unía a su sencillez y humildad. Y siempre con un corazón abierto para recibir cualquier gracia celestial que Dios tuviera prevista para él.

Que nosotros abramos también nuestros corazones y permitamos que el insondable amor de Dios nos inunde, colme y embriague: de alegría cristiana, de paz, de amor, de dicha.

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