Víctor, atleta de la vida
Cuando una enfermedad, que finalmente se hace incurable, se presenta en nuestras vidas, el valor y la importancia que adquieren los detalles y los actos que los tratamientos conllevan, adquieren una especial relevancia para el paciente y su familia.
Hoy nadie pone en cuestión el nivel tecnológico y profesional de nuestros servicios sanitarios, la disponibilidad de costosos recursos y la accesibilidad a los mismos en supuestas condiciones de igualdad. Supuestas porque, dependiendo del profesional en cuestión, del momento, centro o situación, las cosas varían considerablemente.
Hemos sido testigos directos a lo largo de los últimos años en que acompañamos a Víctor, en su lucha contra los problemas de salud que finalmente han concluido con su fallecimiento en la madrugada del día 1 de marzo en el Hospital de Cabueñes, tanto del normal como del excepcional actuar de distintos servicios de salud. Aquel día 1, Víctor a pesar de ser, según nuestra amiga Herme, un auténtico atleta de la vida, que superó constantemente marcas, no pudo seguir compitiendo y ya no podrá cumplir los 51 años. ¡Cuánto nos enseñó, con su ejemplo y su tesón!
Nosotros, sus familiares, no queremos dejar pasar el tiempo sin dar las gracias públicamente a los responsables y profesionales del Sespa en Gijón, que de una u otra forma atendieron a Víctor y consiguieron que sus últimas horas transcurrieran en condiciones dignas y rodeado de sus seres más queridos.
Deseamos agradecer a los profesionales del 112 que acudieron a la llamada, la madrugada del viernes día 26 de febrero, sus explicaciones, su exquisito respeto y comprensión de la situación, y de forma especial al médico de sala, doctor Joaquín, el tiempo y esfuerzo que realizó para conseguir que Víctor fuese llevado al hospital. Y ya una vez en él, a la doctora María Solís, que lo atendió y nos transmitió la seguridad y confianza que tanto necesitábamos, Dios quiera que nunca cambies, María. También a la doctora Lupe, jefa del servicio de Urgencias, su implicación y control de la situación.
Seguidamente, en la segunda planta del Hospital de Cabueñes, de ese excelente centro, al doctor Joaquín Morís la atención que le dispensó, fue una suerte para nosotros que aquel sábado estuviese usted de guardia, sábado al que precedió una dramática noche en la que la enfermera Adela Carrión intentó por y con todos sus medios aliviarle el sufrimiento, lástima que la facultativa de turno no tuviese parte de tal sensibilidad.
No quisiéramos finalizar sin reconocer el buen hacer de la enfermería en general y sin alabar los desvelos de Paqui, en particular, o sin agradecer a Cristina su sensibilidad. Gracias a ellas y a otras, como la que estaba de servicio la madrugada del lunes día 1 de marzo, de la que no recordamos su nombre, fecha en la que a las 5 de la madrugada, en una noche espléndida de Luna llena, Víctor dio su último aliento en Cabueñes, en su querida tierra, en Asturias. Había dejado muy alegre su casa para pasar allí lo que esperaba fuesen unos días felices, y nunca sabremos ya si fue consciente de que lamentablemente para tantos que le admirábamos, eran los últimos de su vida.
Dionisio Joaquín Montes Montes
Gijón
Dionisio Joaquín Montes Montes
Gijón
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