Fartucos
La revalorización de las pensiones para el 2019, aprobada por el Gobierno del señor Sánchez, terminó cumpliendo, por fin, con lo que como disculpa de la crisis, estaba aprobado y aparcado desde el año 2011, para elevar la base reguladora de la pensión de viudedad hasta alcanzar el 60% de dicha base para este tipo de pensiones, cuando se cumplen ciertos requisitos, entre los que se encuentra el tener 65 años cumplidos, y que hasta julio del pasado año estaba en el 52%. El Real Decreto 900/2018, de julio, ya había elevado dicho porcentaje en cuatro puntos al 56%, y ahora desde el 1 de enero de 2019, se eleva dicha base en los cuatro puntos restantes para cumplir con lo aprobado en su día, el 60%.
Dada la mala situación económica en la que quedan muchas viudas al llegar a ese estado, es de suponer que esta medida le venga de perlas a más de una viuda, pero, siempre hay un pero, resulta que para desgracia de ese colectivo, son legión las viudas que debido a la baja pensión que cobraban sus esposos, ellas perciben pensiones cuya base reguladora no alcanza el importe de la pensión mínima establecida por ley para cada año, en cuyo caso, si cumplen ciertos requisitos, tienen derecho a lo que se denomina complemento a mínimos, para que sumado éste al importe de su pensión, alcance el importe establecido como pensión mínima a cobrar cada año. Como ahora en muchos casos, al elevar la base reguladora de la pensión al 60%, resulta que muchas se encuentran con la desagradable sorpresa de que lo que les suben por un lado se lo van a quitar por otro, es decir, se lo restarán del famoso complemento y al final quienes se verán beneficiadas con esta medida son aquellas que ya tenían unas pensiones medianamente aceptables sin necesidad de ser complementadas.
Opiniones habrá para todos los gustos, y todas serán muy respetables, pero la mía es que, como suele decirse en estos casos, a estas pobres mujeres les estamos haciendo “un pan como unas hostias”. ¡Ya lo sabéis, amiguines! Estos, como los otros, serán muy buenos y querrán facelo muy bien, pero a vosotres, hay que decir que: si mal estábeis, mal seguiréis estando; y ye que, como decien nuestres güeles: "del fartucu al famientu, non hay dolimientu". O lo que ye igual, que: "pocu se acuerda el fartucu del famientu". Y ellos, los de antes y los de ahora, seguro que tan tos bien fartucos.
José Luis Álvarez Lauret
Gijón
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