A los Reyes por España
En este día de la Epifanía del Señor, día 6 de enero, día en que se celebra la fiesta de los Reyes Magos, he pedido a Sus Majestades que si fuera posible nos regalen a todos los españoles de buena voluntad, que no son todos, el dar firmeza a los bien anclados pilares que configuran nuestra nación española.
He pedido en primer lugar la finalización el proceso independentista de Cataluña. Un hecho antidemocrático que está destruyendo la paz en España.
En segundo lugar he pedido que se tenga el máximo respeto por las tradiciones y por las fiestas de tantos lugares de España que enriquecen nuestra cultura, nuestro y arte nuestra forma de ser. Ello conlleva primordialmente el respeto a la religión católica, sin ella no tendrían sentido la mayoría de las tradiciones de nuestro país.
En tercer lugar he pedido a los Reyes de Oriente que nuestra democracia deje de nutrirse, habitualmente ya, de políticos: antisistema, independentistas, anti constitucionalistas, violentos, vulgares en las formas y en el fondo, sin valores, radicales.
En cuarto lugar he pedido qué a los políticos de turno vuelva a interesar el trabajo para los ciudadanos españoles; y no sea, como parece ser ahora, un asunto baladí del que nadie se ocupa.
En último lugar he pedido dignidad. Hay mucho personaje indigno, irrespetuoso, intolerante, deshonesto... en la política, en los medios de comunicación, en los sindicatos, en el tejido empresarial, en la banca, en educación, en sanidad...
¿Y de los tontos qué decir? sabemos que existen y que ocupan cátedras, escaños, direcciones, presidencias.
Sabemos que son tontos de solemnidad, aunque curiosamente siempre barren para adentro; pero, aun así, hay que dejarlos porque existen en el tejido social de todos los lugares.
Van a las manifestaciones, sin saber por qué. Montan barricadas, sin saber por qué. Protestan, sin saber por qué. Votan lo más absurdo, sin saber por qué. Pero es que ciertamente, quizás también, sean tontos sin saber por qué. Y no hablo de enfermos, hablo de sanos y muy sanos.
Son los mismos tontos que, entre la bulla y el barullo, pidieron la muerte de Jesús. ¡Y para ellos! no pido a los Magos nada.
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