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Cuando la justicia se convierte en venganza

1 de Febrero del 2019 - José Angel Aguirre González (OVIEDO)

Imaginad una pelea entre dos grupos de jóvenes a la salida de un bar (algo cargaditos), un sábado por la noche. Ocurre con cierta frecuencia. Generalmente, la cosa no va a más: algunos golpes, algunas magulladuras, algunas amenazas... la aparición de un coche de la policía y lo jóvenes se repliegan y se van para otros bares, o para sus casas.

Pero en una de estas reyertas, la cosa acabó mal: entre los puñetazos, uno, es especial, impactó sobre la cara de un muchacho que perdió el equilibrio y calló al suelo. Tampoco hubiera pasado nada grave si no fuera porque la fatalidad quiso que este joven (23 años), al caer, se golpeara la cabeza con el bordillo de la acera. Policía, ambulancia, hospital...

Lesiones cerebrales graves, paraplejia... y el joven (18 años), que propinó el fatal puñetazo, a la cárcel. Allí dentro ha cumplido los 19 y los 20, y muy pronto cumplirá los 21, antes de que se celebre el juicio (todos sabemos que la justicia es desesperadamente lenta). Le piden entre 6 y 9 años, cuando se celebre el juicio

Este joven no es ningún macarra, ni delincuente, ni nada de eso. Al contrario: hijo único de una familia de clase media, buen estudiante, deportista... Su único error consistió en estar en el momento equivocado, con gente equivocada (no era su cuadrilla habitual), y en el lugar equivocado. Y querer demostrar que, a sus 18 años, no era menos "echao palante" que los demás.

Los padres de la víctima claman justicia. Y yo les entiendo: tiene que ser terrible ver a tu hijo inválido, y en una silla de ruedas, para el resto de su vida. Quieren que el culpable pague con una larga sentencia de cárcel su tropelía. Y lo entiendo también. Quieren que el proceso se celebre, y no piensan, ni por lo más remoto, en retirar su denuncia.

Ahora bien, yo me pregunto: ¿para qué va a servir esa larga condena? ¿Mejorará con ello la precaria salud del joven agredido? ¿Ayudará eso a que el joven encarcelado tome conciencia de la gravedad de su acto? ¿Y para lograr esto, hacen falta 9 años de cárcel?

Yo, desde luego, creo que no. Este joven me ha manifestado, repetidamente, que lamenta con toda su alma lo ocurrido, y que estaría dispuesto a cumplir una condena de servicios sociales a la comunidad, fuera de la cárcel, como forma de expiación.

¿No sería eso infinitamente más justo?

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