Carta de una niña asturiana
Hace no mucho tiempo fui una niña asturiana de las que estudian hórreos y frixuelos y hablan bable. Ahora que pasaron unos años la «niña asturiana» vive en una comunidad con una segunda lengua oficial, estudia esa segunda lengua y se enriquece con la cultura que gira en torno a esa segunda lengua. Porque sí, aunque el Sr. Casado no lo mencione a menudo, las lenguas oficiales de España son cuatro, y no sólo el español.
Desde mi humilde punto de vista, puedo decirle a él y a todo el mundo que la cooficialidad de una lengua no divide, sino que une; no hace más «pobre» o más «rural» a una comunidad, sino que la enriquece. Las lenguas son el principal instrumento de identidad de una región y en Asturias, sea o no oficial, existe una lengua que nos hace, en parte, ser como somos y tener la cultura que tenemos.
Gracias a mis estudios de lenguas y culturas, creo que puedo hablar con conocimiento de causa de un tema como este y decir que sólo quien se encierra en sí mismo creyendo que lo suyo es mejor que lo de nadie, sólo quien necesita defender sus ideales a costa de los de los demás, sólo esas personas viven en una auténtica pobreza intelectual.
Conocer la cultura de la que procedemos no nos hace inferiores a nadie, sino que nos permite transmitirla, compartir experiencias nuevas y también aprender de esas otras culturas que desconocemos. Entender de hórreos y frixuelos no implica desconocer a figuras tan importantes como Jovellanos o Argüelles; entender de hórreos y frixuelos implica poder hablar con orgullo de Asturias: de vacas y del orbayu, de la Santina y de don Pelayo. Al igual que este último frenó la conquista musulmana en Covadonga, quizás esa «reconquista del PP» de la que habla su secretario general la frenemos en nuestra tierra los que fuimos, somos y seremos siempre «niños asturianos».
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