Cerca de los demás
Uno de los grandes problemas de nuestro mundo de hoy es el individualismo, el pasar de todo y de todos, la indiferencia hacia los demás.
Por un lado la indiferencia hacia los que están cerca; a ellos los tratamos -con cierta, o mucha frecuencia- de una manera incorrecta, poco amable, egoísta, despótica.
Por ejemplo se crítica a los demás de una manera abusiva, tratando de sacar siempre lo negativo del otro, para que de esta manera resplandezcan nuestros hipotéticos talentos, nuestra más que dudosa buena voluntad.
Hay personas que del trato con los demás siempre procuran sacar tajada. Son funestos negociantes que negocian hasta con las personas humanas más desprotegidas.
Es triste ver como personas que no tienen nada encima tienen la desgracia de qué de ellos se aprovechan los que con ellos conviven. Al que tiene se le multiplican los beneficios y al que no tiene se le pide hasta eso que no tiene, y encima se le pide que esté agradecido pues podría ser peor.
Hay un refrán malsano que dice. "Tanto tienes tanto vales" y por desgracia es así.
Hay personas que no tienen cualidades humanas pero por el hecho de tener dinero son encumbrados como héroes, como si fueran los más dignos del planeta, y lamentablemente -en muchos casos- son escoria que utilizan su poder económico y social para pisar, para destruir, para utilizar, para esclavizar al que está por debajo.
No quisiera clasificar a las personas por ricos, que serían los malos; y pobre, que serían los buenos. La cuestión es mucho más compleja. Pero los ricos -por muchos motivos- tienen que estar alerta pensando más en los demás, y los pobres -también en alerta- para desde su poquedad ser generosos y entregar a los demás dones, quizás no materiales, pero si sociales, familiares, culturales... Todos tenemos que dar.
El tema no es solo económico, porque la convivencia está formada por un sinfín de actitudes y esas actitudes son las que tenemos que mejorar todos. Ricos y pobres. Sanos y enfermos. Cultos e incultos. Jóvenes o mayores. Todos. Pues todos tenemos unos talentos que de Dios hemos recibido y de los que tenemos que responder generosamente.
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