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Una jornada especial por la vida

24 de Marzo del 2010 - Pedro Bengoechea Garín (oviedo)

Como todos los años, coincidiendo con la celebración de la fiesta de la Anunciación del Señor (25 de marzo), tiene lugar la Jornada por la Vida. Referencia apropiada, máxime en un momento en que atentar contra la vida del que va a nacer se ha convertido en derecho. Como tal, ha sido calificado como un hecho monstruoso por cualquiera que lo haya considerado desde la pura racionalidad y el sentido común. Mucho se ha hablado y escrito, protestado y reivindicado, hasta implorado, pero infructuosamente; la nueva ley salió adelante con la aritmética parlamentaria, burdamente aplicada, incluso por algunos sujetos y grupos que se alardean de ser católicos-practicantes. Consecuencias previsibles: mayor número de abortos provocados o muertes de seres inocentes. Y ante tanta tragedia, Dios calla, su silencio es tremendamente elocuente. A mí sólo me cabe decir: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Creo sinceramente que ha terminado el tiempo de descalificaciones, comentarios mordaces o cínicos, que no ayudan nada y sí hunden al otro todavía más en la miseria. Es preciso evitar la exasperación, actuar de modo destructivo mediante un lenguaje ofensivo, sarcástico, arrogante, brusco, que empuja más hacia abajo, si queremos que el otro se desprenda del error, de la equivocación, de la fealdad o maldad y se abra a nuevos horizontes de conocimiento y la verdad. Los verdaderos defensores de la vida han de ser solidarios con los otros, sobre todo cuando sean culpables, como reza un proverbio francés. El amor a la vida, en palabras de Jutta Burggraf, se expresa, muchas veces, en la valentía, la fortaleza y la justicia, y al mismo tiempo, en la humildad, la escucha y la compasión. Es preciso dar la vida a todos, especialmente a los que están en peligro material de perderla, incluso a los responsables del aborto ofrecer nuestra ayuda para que puedan salir de su error y revisar sus actitudes. El defensor de la vida, siguiendo el ejemplo de Jesús, trata de descubrir el núcleo bueno de todos los hombres, buscar el encuentro con quien ha actuado mal, conducir desde la oscuridad a la luz, restañar las heridas profundas que ha dejado el mal. Sólo así habremos entendido el verdadero sentido de esta celebración y nos habremos posicionado en la dirección correcta de nuestras actuaciones.

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