Doble careta
Últimamente leo comentarios en redes sociales que me dejan cada vez más estupefacta y, casualmente, siempre van escondidos detrás de un paisaje y un apodo, acompañados de apellidos comunes de este nuestro país.
La gente se oculta para insultar, desprestigiar o incluso amenazar.
Da igual que sea un presentador de Tele 5, una influencer, un deportista o un político.
Da igual que no expresen abiertamente su opinión.
Sus actitudes, sus pensamientos y su forma de vida genera multitud de sentimientos en “los de a pie”, que nos creemos dueños y señores absolutos de la verdad sobre ellos.
Supongo yo que estos personajes públicos no presten atención a la mayoría de comentarios y que estarán acostumbrados a ellos, si es que es posible. Algunos han escogido esa vida en la que se exponen constantemente a juicio, pero otros sólo realizan un trabajo que les apasiona. Ni un motivo ni otro justifica lo que tienen que leer en sus redes sociales y, sobre todo, en los comentarios de las noticias sobre ellos en Facebook. Porque oigan, ahí sí que la gente se queda a gusto.
Ahora, ¿está la madre de una influencer preparada para leer de lo que la acusan en las redes?, ¿está el hijo de un futbolista preparado para ver cómo le desean de todo menos medallas por fallar un gol que ninguno de los que teclea metería?
No hablo de lo que cobran, no hablo de su criterio u opiniones sobre determinados temas peliagudos. Hablo de respeto.
La sociedad de hoy en día se echa a las calles para protestar, manifestar su opinión y exigir sus derechos, y eso es un gran paso hacia adelante que hemos conseguido.
Pero es esa misma sociedad la que defiende esas mismas ideas, la que ataca la integridad de quien consideran defiende lo contrario escondidos tras una pantalla, y eso, son miles de saltos hacia atrás.
Nos ocultamos con máscaras que creemos nos garantizan una seguridad y exigimos después respeto por nuestra opinión, acechando con vejaciones a quien proclama lo diferente o, en nuestra opinión, lo piensa.
¿Es la careta de internet lo que nos convierte en monstruos o somos en realidad monstruos que se ocultan en el cara a cara?
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