Lo colectivo y lo respetuoso de lo colectivo
De nuevo preponderan los llamamientos a individualizar los recorridos políticos, acentuando en personas particulares el "liderazgo" de opciones de cambio o de vuelta al pasado, tratando repetidamente de dejar un espacio vacio para las construcciones colectivas.
¿Será inevitable o tendremos que hacer más fuerza para que lo contrario prospere?
Cinco años después de la irrupción de Podemos como opción novedosa y rompedora se han producido muchos de los acontecimientos que eran lógico que se produjeran y que mucha gente vaticinaba: el poder, con todas sus herramientas, trata de neutralizar y anular su vocación transformadora.
Los errores personales son mucho y mal utilizados por ese poder con instrumentos muy poderosos en las empresas comunicacionales.
Las personas que llegaron al aluvión no todas como era previsible tenían claras las relaciones colectivas y el respeto a los demás, y el país de Jauja-política que alguna gente se montó en su ideario fue aclarándose, lo que supone también una cierta dejación de funciones en lo ideológico.
Nada que no fuera previsible.
De ahí que se hayan visto varios concejales, diputadas, cargos públicos que han "repetido" todos los vicios de los partidos tradicionales. Que haya como en Siero hasta infiltradas del PSOE en una concejalía que ha robado al colectivo por el que se presentó. U otras infiltradas que han realizado trabajo sucio contra lo que se decidía de forma común. O que Errejón rompa o deje de romper con la construcción colectiva en tiempos preelectorales. O que en Xixón un concejal aproveche su escaño para lanzar otro partido competidor en votos y en disgregación de la izquierda. O que una diputada "pierda" en votaciones, pero vuelva a las andadas y logre recoger todo el malestar que genera el desgaste político cotidiano en la principal ciudad asturiana (un caso al que se le añade salsa al relacionarse con un sindicato: cuando ese sindicato ha sufrido en silencio las consecuencias de la influencia de la candidata para arropar un proyecto económico que ha resultado ser una gran estafa, con metedura de mano incluida y proceso judicial de por medio).
Nada que no pudiera preverse, pero que no dejan de constituirse en elementos que quiebran el apasionamiento inicial y minan las posibilidades colectivas de construcción de referentes y de herramientas de transformación, que tuvieron cinco años atrás un impulso significativo, en una tierra que como Asturias sigue también sufriendo lo más tradicional de las influencias personalistas que representa el "caso Gaspar", desleal con su propia sigla y disgregador como otros pero con dedicación "de toda la vida" a la política y por lo mismo sin capacidad para ofertar nada nuevo bajo la lluvia.
En las aparentes indecisiones, quiebres, maniobras y deslealtades, cobra mayor fuerza y carácter de coherencia y cohesión el que formaciones veteranas como IU hagan confluencia política allá donde eso es posible.
Supone una aportación fundamental que reforzará las posibilidades de cambios positivos, y resultará de utilidad mayor si esa fortaleza y coherencia organizativa muestra que lo colectivo logra preponderar sobre los personalismos.
Si es que la retórica de "la calle" movilizada deja de ser hueca y adquiere dimensión mayor sobre los efectos de la moqueta en todas, en todos los activistas metidos a representantes institucionales, que de forma generalizada "son modificados" por pisar esa moqueta que les hace creerse imprescindibles y por encima del común de las activistas.
Lo colectivo, sí, puede y debe reforzarse porque no hay otra manera de organizarse para propiciar las transformaciones que la injusticia y la inequidad galopante nos provoca.
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