La izquierda es muy necesaria
Corren malos tiempos -al menos eso parece- para la izquierda en su amplio espectro de partidos con los últimos acontecimientos y en vísperas -como no- de unas elecciones. A la disputa permanente de Llamazares con la dirección federal que ha generado un mal ambiente en Asturias, con gentes a favor y otras hartas de un debate público que debería resolverse en lo interno, se suma la ruptura de Errejón con Podemos -mejor con Pablo Iglesias- por aquello de buscar una integración de fuerzas fuera del propio partido, aunque lo paradójico es que el movimiento esté encabezado por una persona de otra generación como Manuela Carmena.
En Gijón, después del fracaso de una moción de censura para tomar el gobierno de la ciudad por la mayoría de izquierdas, decidir IU ir sola, aparece otra candidatura a través de Por Gijón, salida de las filas de XsP. Todo ello puede considerarse hasta enriquecedor desde una perspectiva de mayor diversidad ideológica, pero sabiendo cómo se las gasta luego el reparto electoral, puede dar opción a que gobierne la derecha, aunque ésta tenga también un apéndice nuevo con Vox.
La izquierda es muy necesaria en este país. Ya sabemos lo que significa tener una mayoría de gobierno de las derechas con recortes sociales graves y una gestión de la crisis que ha generado enormes bolsas de pobreza. Pero si luego ocurren hechos como Andalucía, donde la ciudadanía votante de izquierda prefiere abstenerse, algo se está haciendo mal.
El poder corrompe, pero no sólo en lo económico sino también en las formas y los comportamientos. No puede ser que tengamos cargos públicos renovados eternamente bajo la apariencia de primarias. Tenemos la obligación de diferenciarnos de la clase política profesionalizada -la casta- y ningún cargo electo puede ejercer más de ocho años. Deberá dejarlo al menos otros cuatro antes de volver a ocupar una responsabilidad, para entender y padecer lo que ocurre en la calle, en el paro, en un empleo precario, en vivir con una pensión mínima o las dificultades para acceder a una vivienda normal y no a un chalet.
Tenemos que sumar desde la diversidad y convencer a la mayoría ciudadana que soporta las políticas económicas del capital en sus diferentes facetas: multinacionales que se van dejando en la calle a cientos de trabajadores, bancos que provocan desahucios con niños y personas mayores, laboratorios que establecen "medicamentazos" o diseñan políticas de salud, eléctricas que convierten la luz en un negocio... en que solo desde la izquierda se puede construir un mundo más justo.
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