Cortinas de humo y sangre
Hace un mes salí de Asturias y les escribo desde Bogotá con el corazón helado por tantas muertes e impunidad. Hace rato que en Colombia dejaron de tener sentido la cifras, incluso en la solidaria Asturias es un dato más el afirmar que han sido asesinadas de manera impune en zonas bajo el control de la fuerza pública 556 personas por su liderazgo social en los últimos tres años. Algunas de las sobrevivientes fueron acogidas en refugio temporal por el Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia.
Hay miedo en las organizaciones sociales y algo de desesperanza en quienes se preguntan si este país podrá superar la inequidad, la exclusión violenta. ¿Cómo superar este horror si los medios de comunicación lo ocultan en vez de ayudar a generar consensos por el derecho a la vida?
Sepultadas, ocultas por cortinas de humo y de sangre quedan ese medio millar de muertes tapadas por el relato exhaustivo de las lesiones de los futbolistas, los carnavales, los amoríos de los famosos, la situación en Venezuela -como si la de Colombia fuera ejemplar- y el humo del coche bomba que pulverizó esta semana a una docena de cadetes de la policía, un atentado atroz cuya oportunidad y autoría genera fundadas suspicacias.
Colombia vuelve al terrorismo de Estado, quizás las élites nunca abandonaron esa estrategia. Han reactivado el plan de exterminio contra las personas que defienden los Derechos Humanos, se proponen aniquilar a la izquierda mientras hablan de la paz con las FARC cuyos acuerdos han sido traicionados pues la élites consiguieron que esta guerrilla abandonara las armas que podían hacerlos exigibles. Los terratenientes, los especuladores, los corruptos, las multinacionales y el gobierno de los Estados Unidos avanzan en el propósito de diezmar a una oposición social que se juega la vida contra los proyectos de acumulación de capital por despojo.
Las organizaciones sociales exigen de la ONU y de la Unión Europea que pasen de los pronunciamientos alarmados a las sanciones efectivas frente a la pasividad y la tolerancia del gobierno con los autores intelectuales del genocidio en curso. Esperan que Asturias fortalezca su programa de acogida y refuerce la visita anual de verificación del estado de los Derechos Humanos en Colombia.
La unidad de los sectores sociales se verá en el paro cívico nacional que se prepara como parte de la batalla por el derecho a la vida que requiere de una fuerte, generosa solidaridad internacional.
Javier Orozco Peñaranda, Coordinador del Programa Asturiano de Derechos Humanos
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