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La mentira de la paz

25 de Enero del 2019 - Jaime Diaz Espina (Oviedo)

El escritor alemán Thomas Man decía de la guerra que era la salida cobarde a los problemas de la paz. Los problemas de la paz ¿Cuáles son? El cansancio, la desesperanza, el agotamiento de las ideas y planteamientos del hombre occidental, el hedonismo, el materialismo que elimina el espíritu en el hombre, la crisis económica, la baja calidad de los políticos, la hiper-sexualización de la sociedad... Es una Paz larga y duradera surgida después de una guerra de la que nadie se acuerda. Surgen con fuerza ideas internas: búsqueda de nuevas experiencias, morbosidad, refugiarse en la irrealidad de la imaginación nublando el juicio de la razón, sentimentalismo desenfrenado... El hombre se entrega a todos estas para saciar sus apetitos más extremos, más profundos y oscuros. Empieza a germinar con rapidez y fuerza el individualismo dentro como una enredadera que atrofia su capacidad de empatía, de contrición, hasta el punto de que su corazón deja de crecer y cambiar. Cada vez cuesta más escuchar y salir de sí mismos. El tiempo libre se invierte en deporte, sustancias, televisión, individualidad, todo ello buscando llevar a otro nivel la paz que le parece muy aburrida. Preso de los instintos el hombre cae en la rutina de la monotonía y la vida va perdiendo emoción. Es entonces cuando se da cuenta de la fugacidad del tiempo generando le un estres desenfrenado. Se esfuerza por progresar laboralmente, afectivamente, económicamente, pero sigue viviendo entre más y más "luegos" (luego un coche, luego una casa, luego...) Sigue buscando la paz a medida que profundiza su brecha interna. Se refugia más y más en el mundo para evitar mostrar su angustia desesperada. Es cuando de repente una idea surge, una idea aparentemente nueva, una idea que arrastra mareas de gentes, una idea exclusiva y a la vez excluyente, una idea que hace ser al hombre parte de un proyecto más grande que el mismo, una idea que lo diluye dentro de una masa dúctil y le hace olvidar aparentemente sus penas y preocupaciones. La idea coge fuerza, la idea coge eco, y cada vez son más los que la ven. La idea se convierte en una nueva forma de vida a la que entregarse y el hombre acaba adorando a la idea como una deidad, por la cual es capaz de vivir, de morir, de matar. La idea necesita expandirse así que le pide al hombre que empuñe las armas contra aquellos que no quieren unirse, que se oponen, que piensan otra idea; y es entonces cuando la guerra se produce. La idea se enfrenta a sus enemigos y vence a costa del sufrimiento, de muerte. Pero al acabar, la idea ha triunfado, la guerra se ha acabado y comienza el reinado de la Paz.

Decía Francisco de Quevedo que de la Guerra sale la Paz; de la Paz la abundancia; de la abundancia el ocio; del ocio el vicio; del vicio la guerra. Hoy estamos en la antesala del ocio y el vicio, ¿Podremos evitar la guerra?

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