El polvorín
¿Es posible, deseable, ético, democrático, sustituir una ilegalidad con otra ilegalidad sin que se socaven los principios de un Estado de Derecho? Responder a esta pregunta (que no es fácil), facilitaría la búsqueda de soluciones para evitar un enfrentamiento civil (o militar) de imprevisibles consecuencias en la sufrida Venezuela.
Lo fácil hoy, es colocarse a favor de uno u otro bando. Ya lo han hecho los países que mantienen intereses de uno y otro tipo con una celeridad más que sospechosa, cuando el presidente de la Asamblea, Juan Guiadó, se autoproclamó Presidente Interino de Venezuela, sobre la base de una interpretación torticera de la Constitución, tan subjetiva como la que ha hecho Maduro para mantenerse en el poder. Salieron en tromba los Trump, Bolsonaro, Macri...(en España el PP y VOX), por un lado y, por otro, Cuba, Nicaragua, Turkía, Rusia... (China espera acontecimientos). Demasiados intereses en juego como para reducir el conflicto a buenos y malos.
Hace unos años (cuando todavía vivía Chaves) me encontré con una chica venezolana que había llegado a España con su marido, buscando un lugar donde vivir sin miedo y educar a sus hijos. Persona parca en palabras, cuando de hablar sobre Venezuela se trataba. No me dio su opinión sobre la situación presente, pero si tuvo la amplitud de miras para señalar que: "no nos equivoquemos en apuntar que Chaves es el único culpable, esto viene de mucho más atrás"
Me ayudó su respuesta, al menos, para no posicionarme de manera irresponsable, fácil o demagógica en la respuesta al conflicto, tan abrumadoramente mayoritaria en las redes sociales, donde a menudo se olvida la Historia, los antecedentes o los protagonistas que expandieron la corrupción en un país de riquezas casi inagotables que debería liderar la prosperidad y el bienestar de todos sus ciudadanos con sus recursos.
Noruega descubrió petróleo en su suelo, en 1973. Si buscamos en el ranking de productores de petróleo en el mundo ni siquiera aparece, porque no representa ni la centésima parte del petróleo de Venezuela y, sin embargo, hoy es el líder en el mundo en reparto de la riqueza, en igualdad, y es la envidia del mundo occidental en Estado de Bienestar de sus ciudadanos.
Me ha reenviado por Facebook la carta que 70 intelectuales norteamericanos, encabezados por Noam Chomsky, han enviado a la prensa pidiendo que Estados Unidos no intervenga en el conflicto venezolano. Quienes me la han reenviado, me temo que no la han leído, porque no se puede entender de otra manera, el desprecio y la descalificación que las sensatas opiniones se vierten del manifiesto y de sus autores.
Mientras tanto en Europa, ha tenido que ser, una vez más, Ángela Merkel, quien ha marcado la respuesta que los 28 miembros de la UE deberían adoptar: Exigencia a los gobernantes venezolanos para que en un plazo de días, se convoquen elecciones con todas las garantías democráticas, de lo contrario, reconocerán al presidente de la Asamblea, Juan Guaidó, como "legítimo" Presidente Interino para que proceda, por su parte, a convocar elecciones. No hay otra salida. Es la línea de trabajo que la comunidad internacional debería adoptar más allá de los espurios intereses que determinados personajes quieren imponer en esa región del mundo
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