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Se comenta que, ante las mismas orillas del Ebro, un turista francés preguntó a un ciudadano de Aragón: “¿Cómo se llama este río?”. El baturro le contestó con su natural franqueza: “No hay que llamarlo, demasiado viene”. No creo que el gabacho se enterase del significado de la respuesta, que obviamente aludía a las torrenciales crecidas del río.
Algo parecido ocurre aquí con las recomendaciones del Gobierno sobre algunos MCS, con la diferencia de que ya Juan Español se entera inmediatamente de todo: repasemos algunos acontecimientos recientes:
Montalán: Los medios televisivos nos han agobiado informativamente, segundo a segundo, durante trece días, con un triste suceso en el que, resumiendo, ha faltado eficacia y sobrado parafernalia, con la única excepción de la brillante actuación de la Brigada Asturiana de Salvamento Minero, que demostró bien que la lengua no sustituye al cerebro y al coraje. Es evidente que se ha abusado de la avenida informativa, para cubrir la inoperancia política frente a problemas generales más graves. Saquemos al menos la consecuencia de que la Administración ha de velar por el control de sondeos y su cierre efectivo.
Litigio taxis/Uber-Cabify: Queda bien claro que gobernar no es viajar y pasar la pelota. Eso sirve para el fútbol. La técnica política actual no resuelve conflictos, los traspasa a las CC AA y a los ayuntamientos. Así vamos.
Dictadura venezolana: Presionado por USA y copiando a Macron, dice Sánchez a Maduro: “Tiene usted que convocar elecciones en ocho días; si no apoyaremos a su opositor”. Responde Maduro a Sánchez: “En el mismo plazo, aplíquese usted allá, su receta para acá”. Con lo fácil que hubiera sido recordarle a Trump, lo que dijo Monroe: “América para los americanos”.
Inundaciones: Los hispanohablantes estamos hartos, y los bablistas supongo que “fartucos”, de contemplar en TV angustiosas inundaciones de los ríos, arrasando garajes, bajos, fincas, carreteras y ferrocarriles. Los ciudadanos nos preguntamos con qué criterios otorgan los ayuntamientos los permisos de edificación, tanto de las construcciones privadas, como de las públicas (hospitales, colegios, institutos, etcétera). Posiblemente todo empieza con una desafortunada adscripción de los ministerios, pues resulta inconcebible separar industria, energía y cambio climático, que constituyen una unidad esencial para atender muchos problemas comunes, y subsidiariamente los de mantenimiento y conservación del territorio. Bueno sería que quienes se ocupen de los ríos tomen conciencia de la realidad de la erosión fluvial, que afecta continuamente a los márgenes, y modifica el trazo de los meandros. Si además no se realizan dragados periódicos, y se descargan los embalses en los momentos más inoportunos, todo queda explicado. Paz y ciencia.
José María Casielles Aguadé
Oviedo
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