Deportivamente ya lo hacíamos mal solos
En el mes de octubre de 2018 he enviado una carta a este periódico en la que decía que el grupo Carso debía decidir qué quería hacer con el R. Oviedo, pues ya se veía que el equipo no estaba para subir. Decía que Anquela no era ni el futuro ni seguramente el presente del R. Oviedo. Repito lo que dije, es un equipo infumable que no juega a nada, plano, igual que el año pasado, pero con jugadores distintos, es curioso ¿no? Cambiaron muchos jugadores, menos la persona que los entrena. Acaba de decir en rueda de prensa el entrenador que “quizás a este equipo se le piden cosas que no puede hacer”. Por eso sólo ya merece el cese fulminante. Yo le diría: quizás a usted se le piden cosas que no sabe hacer. Dice que el equipo no crea fútbol, y es cierto, pero la culpa es suya. Le recuerdo que a principios de temporada fue cuando mejor jugó el equipo, cuando más juego creó, con Tejera, Javi Muñoz y Boateng en el centro del campo (a uno de los mejores goleadores de la categoría como Joselu no le llega un balón, lo tiene tapando huecos). Su tan querido R. Folch lastra el juego del equipo, sobre todo jugando con cinco defensas, es lento, sin cambio de ritmo y con poco recorrido, les quita el sitio a otros con más calidad, lo que usted dice que este equipo no tiene calidad. Con jugadores creativos en el Vetusta es indignante escuchar que “a este equipo se le piden cosas que quizá no pueda dar”. El cambio de Steven en el minuto 90 es una tomadura de pelo a la cantera, igual que todos los cambios que ha realizado en los dos años que lleva aquí, tarde, mal y nunca. Le repito lo que se oye en los bares, “este equipo le queda grande”. Anquela es muy buena persona y muy campechana, pero un mal entrenador, ésa es la realidad. No entiendo la protección que tiene por parte de la prensa, tanto escrita como radiofónica, es como si mease colonia. Para mí es un misterio, a no ser que a alguien le interese que sea así. Señores de Carso, decídanse qué quieren hacer con el R. Oviedo. Deportivamente ya lo hacíamos rematadamente mal nosotros solos.
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