Máster, postgrado, y modelo social (III)
La universidad debe estar en permanente oferta formativa a lo largo de la vida de las personas, para transferir conocimientos que den mejoras a la sociedad. Así lo vieron aquellos fundadores de la Extensión Universitaria. «Hace más de un siglo que un grupo de intelectuales de la Universidad de Oviedo, conocido como Grupo de Oviedo, siguiendo un modelo que ya se daba en otros países europeos, dio el impulso inicial en nuestro país a la Extensión Universitaria como una vía para abrir la universidad y hacer accesible el conocimiento al conjunto de la sociedad». Por tanto, estas propuestas de formación dual universitaria que hemos estado exponiendo, no deben considerarse extrañas. Más aún, si se tiene en cuenta que Asturias está colapsando por falta de previsión al haber olvidado la automatización y la robotización que, más allá de las primeras transformaciones o de los bienes de equipo, hubiesen facilitado el correspondiente incremento de la productividad industrial siguiendo aguas abajo en busca de un mayor valor añadido. Ahora, con la descarbonización, se precisa que la institución universitaria comience a ser un importante motor de la productividad, siendo colaboradora de las empresas por medio de la formación dual universitaria: al incorporar permanentemente a personas a puestos de trabajo. Una formación abierta, no estructurada y organizada como la tradicional formación inicial de grados, sino como postgrados y másteres cuatrimestrales a todo lo largo de la vida de las personas. La situación del desarrollo tecnológico nos conduce hacia una sociedad de tiempo liberado, siendo máquinas, robots e IA quienes incrementarán la productividad (24 horas al día). Pero aunque incrementasen la riqueza, dejarían a mucha gente fuera. No sabemos en qué nos empleará el futuro, pero sí podemos tener claro que si no existe pleno empleo, si seguimos dividiendo a los trabajadores en permanentes y en precario, mejor no querríamos saberlo. Alternar trabajo productivo real en un puesto de trabajo con formación en el tiempo liberado para mejorar la productividad, sería una muy buena alternancia.
Tal formación dual, podría ofertar proyectos de investigación, abiertos a la participación extranjera, que fueran seleccionados a través del ámbito del Pacto de Oviedo. Estos proyectos, coordinados por la formación dual universitaria y las empresas, podrían llevarnos a un despertar de las ideas que colocaría a Asturias y al Noroeste, no solo en el centro de la investigación y la transferencia de conocimientos, sino que también en el de las realizaciones novedosas. Pues, Administraciones y empresas, a través del Pacto de Oviedo, deberían asumir la puesta en marcha de tales proyectos con ambición y generosidad. Tal vez así la Unión Europea se permitiese contribuir. Pero si no es así, y los proyectos son necesarios, se deberían realizar persistiendo en ellos y no se deberían abandonar.
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