Máster, postgrado, y modelo social (y IV)
No podemos confundir horas de trabajo con actividad productiva. Tras décadas de desempleo permanente con descenso de puestos de trabajo. Debemos asumir que estas tendencias no son temporales y que requieren otro tipo de cambios. En esto, la formación dual puede ser muy significativa para ayudarnos a generar actividad y dar pleno empleo a las personas. No se trataría de reducir la semana laboral a cuatro días, pues eso solo aumentaría el ocio. Se trataría de formación dual por cuatrimestres liberando tiempo del trabajo para formación y viceversa. Mientras tanto, con ello, las empresas seleccionarían e innovarían conocimientos y, de la misma manera, las personas: seleccionarían la ocupación que desean realizar, la empresa en la que desean practicarla, y el itinerario formativo que desean para conseguirlo. Al contrario, se trataría de ampliar el horario activo de las empresas y crear turnos para trabajar incluso sábados y domingos; pero sin reducir ingresos por trabajo anuales a las personas, ni ampliando sus horarios.
El esfuerzo debería ser grande, pero no estamos en una situación coyuntural, y habría que crear y experimentar con la formación dual un nuevo modelo social. Quizá inicialmente solo con la formación dual universitaria para que no se nos escape el talento tan necesario en estos momentos de cambios fulgurantes. De forma que, tras una rigurosa selección (exigente, completa, pero no complicada) la persona seleccionada podría iniciar un itinerario formativo dual hacia una nueva ocupación, o también para una mejora de la propia ocupación o para promoción ocupacional. Pues bien, tal persona recibiría, con independencia del nivel EQF de la formación, un ingreso mínimo. Un ingreso que sería completado, cuando esté en la fase de un puesto de trabajo en la empresa, con un salario ciudadano ocupacional según ocupación, nivel del EQF de la misma, e interés de las empresas y de la Administración en disponer de tal ocupación en la zona, o macro municipio, donde se ubica la empresa. En este sentido, Asturias debería tener al menos seis macro municipios: tres de costa y tres de montaña.
No podemos dejar sin empleo, o fuera de su ocupación vocacional, a las personas. Tampoco confiar en la verticalidad del ladrillo: vendiendo pisos y desertizando las cuencas mineras y las alas de Asturias para venderlos. Pues así no habrá futuro, y solo habrá verticalidad de mala sombra con apariencia de funcionar. Solo mediante la actividad productiva industrial de todas las personas, con el desarrollo tecnológico ayudando a dicha productividad en todos los territorios, será posible hacer frente al futuro.
Empresas y Administraciones deben ser emprendedoras, y la universidad cooperar por medio de la formación dual universitaria.
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