El relator

Nunca una palabra o un ciudadano que pudiera ejercer de tal, ha provocado tanto debate y tanta polémica encendida. Polémica estéril, gratuita, agresiva, pero capaz de suscitar fantasmas "guerracivilistas". Algo no encaja, algo huele a podrido en la política española.

Si aplicamos el principio de que nada existe si no aparece en los medios de comunicación, en este caso es evidente que los medios, como nunca antes, ejercen de amplificadores contumaces de algo que, en condiciones normales, no aguantaría un pase informativo.

Veamos: Es una obviedad, a estas alturas de la película, que el independentismo catalán sufre el "síndrome del Brexit", es decir, no sabe cómo explicar a los suyos que la República Catalana duró ocho segundos y que ésta es inviable con el actual marco jurídico nacional e internacional (aunque algunos insistan). Oriol Junqueras ya lo ha manifestado de alguna forma, provocando la actual división que existe en el independentismo catalán.

Es obvio, por otro lado, que el independentismo catalán no va a renunciar a su proyecto político y en su relación con el Estado buscará las fórmulas para mantener la llama encendida de sus seguidores. Esta es la clave de su supervivencia y la razón por la "batalla" de las palabras, los significados, las interpretaciones de lo hablado, de lo supuestamente "acordado". ¿Recuerdan los días previos al siete de septiembre del 2017, el de la "proclamación" de la República Catalana? Las calles acogían a centenares de miles de ciudadanos catalanes, sus convocantes lanzaban soflamas encendidas contra el Estado español y en los medios soltaban un relato tan fantasioso sobre su "arcadia soñada", como fantasioso fue el relato del Brexit.

Por entonces (hay que recordarlo), gobernaba Mariano Rajoy y no ocurría nada ¿Por qué? Sencillamente porque en un Estado de Derecho, las soflamas, los cuentos, las "arcadias soñadas" no son delitos... no existen jurídicamente. El artículo 155 de la Constitución, finalmente se aplicó porque el parlamento catalán cometió varios delitos tipificados en el ordenamiento jurídico español, al aprobar aquellas leyes de desconexión del Estado español. No antes.

¿A qué viene entonces, los llamamientos a que se aplique otra vez el 155? ¿Qué delito han cometido las autoridades catalanas o su parlamento, esta vez? El President Torra o los dirigentes catalanes ya pueden decir misa, que cómo no se plasme en una ley o decreto y sea aprobado por su parlamento, no tiene ninguna validez jurídica. Mientras tanto, se puede hablar de todo. ¿No quedamos en que esta es la esencia de la democracia?

En este contexto ha surgido la necesidad de introducir la figura del "relator" en las reuniones que mantengan los partidos políticos para buscar una salida al conflicto catalán (los catalanes quieren que sea un "mediador" ¿Y? ¿Qué pasa? (Ellos necesitan "vender" algo a su gente. Eso es todo). Lo importante es saber los temas que se debatan y, sobre todo, los acuerdos a lo que se llegue (si finalmente se acuerda algo vinculante para todas las partes).

Sin embargo, el apocalipsis ha estallado con toda su dureza. Pablo Casado y Albert Rivera están compitiendo a ver "quien la tiene más grande". Su lenguaje y los calificativos hacia el presidente del gobierno es de lo más lamentable. Personalmente yo no sabría distinguirlos del discurso de Nicolás Maduro o de la basura que se vierte diariamente por las redes sociales por parte de descerebrados que encuentran en estos medios su válvula de escape a sus peores instintos.

La "alta traición" es un delito tipificado en el código penal español. Un líder político no puede utilizar dicha acusación hacia una autoridad del Estado sin ninguna base. Debería ir a los tribunales para que procedan a juzgar al presidente del Gobierno, pero no lo hace porque sabe que lo ha utilizado como insulto, como descalificación, como el resto de "perlas" que viene soltando desde hace días. El tema del aborto ligado a las pensiones es para enmarcarlo.

Mariano Rajoy fue un político conservador. Pablo Casado es un reaccionario e ignorante, un peligro para la democracia.

PD. Terminado este texto, escucho que Moncloa da por rotas las negociaciones con los independentistas. Normal. Así es la política: Avances, retrocesos, desplantes... hasta reiniciar un nuevo marco de diálogo. Mientras tanto la ultraderecha, mantiene su manifestación, acusando a Sánchez de alta traición... como en los mejores tiempos de Franco.

Marcelo Noboa Fiallo

Gijón