Los profesores deben hablar cara a cara con los padres
Quiero hablar, como profesora con 22 años de experiencia, del trato con los padres de los alumnos. He sido más de 15 años tutora de algún curso, por lo que sé de lo que hablo. En general, los tutores que he conocido lo han hecho muy bien, siendo ésta una tarea que, como sabrán casi todos, no está ni remunerada ni reconocida. Sin tener ningún tipo de conocimientos de psicología, pero sí la experiencia de ver a muchos alumnos, siempre de las mismas edades, y de recibir a padres y madres casi siempre con parecidos comportamientos, los que hemos sido y somos tutores hemos aprendido casi a hacer la cuadratura del círculo. ¿De qué se trata? De hacer conscientes tanto a los padres (la tarea más difícil) como a los alumnos y alumnas de sus propias carencias y dar unas pautas (que, por otro lado, todo el mundo conoce, pero pocos aplican) para el mejor aprovechamiento del tiempo y el avance en los conocimientos y en las actitudes.
Gracias a la «mano izquierda» y a la diplomacia que cada tutor o tutora ha podido desarrollar, estoy muy orgullosa de haber visto salir adelante a chicos y a chicas por los que nadie hubiera dado un duro, salir adelante a «patitos feos» y a «gamberros», así estigmatizados en el micromundo de las aulas. Todo ello gracias al empeño de los tutores y tutoras, combinado con el «despertar» a la responsabilidad de muchos padres y madres que antes no habían comprendido bien lo que significaba tener un hijo o una hija o cuyas «dantescas» situaciones personales o familiares no les permitan atender a sus hijos como debieran. Si de cada veinte casos consigues uno positivo, ya vale la pena.
Pues bien, o mejor dicho mal, ya que en algunos institutos ahora se intenta casi sustituir el trato directo y tutorial con los padres y madres por informes enviados a correo electrónico. Así los padres y madres lo leen desde casa y no tienen que desplazarse. Pero, ¿es que no pueden desplazarse a hablar con el profesor, como se hizo siempre?, ¿no harán eso por su hijo o hija? ¿Cómo voy yo a decir, por correo electrónico, como he dicho alguna vez a un padre o a madre, que tienen abandonado a su hijo? ¿Cómo le voy a explicar que cinco horas de televisión no son buenas para nadie y que es su deber poner normas en casa? ¿Cómo le digo que si no hay respeto en casa ese joven no sabrá respetar a nadie allí donde vaya? Y no doy más ejemplos, ya que serían muy variados y extensos. A un padre o a madre también hay que «intervenirlo», tratarlo, hablar con él o ella largo y tendido, y en algún caso hasta decirle cuatro cosas a las claras. Por ejemplo, que su hijo o hija se drogan, aunque ellos lo nieguen ciento y una veces, ya que negar las evidencias no conduce a su solución. No es que los profesores lo sepamos todo, pero sí sabemos de qué hablamos, por experiencia.
Estoy muy orgullosa de haber sido y ser tutora, y no veo cómo un pequeño mensaje en un correo electrónico que diga «su hijo se porta mal en clase, molesta a los compañeros y no aprovecha las explicaciones» puede valer a un padre o a madre a modificar su actitud. Todo lo más valdrá para que venga a hablar con el profesor o profesora y le eche en cara que no lo está haciendo bien, ya que su hijo o hija son «perfectos». De eso sabemos mucho los tutores, de perfecciones y de imperfecciones, de trato directo y personal y de bastantes malos tragos a la hora de hablar con los padres y madres.
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