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Los parques en Oviedo

30 de Marzo del 2010 - Isabel García Seminario (Oviedo)

No hace mucho paseando por el Parque de Invierno observé que una zona había sido acotada, y que tenía plantadas hileras de laureles. Yo pensé que era un invernadero al aire libre. Al cabo de una semana y media o dos veo en LA NUEVA ESPAÑA una foto de la misma zona acotada, en la que se ven laureles, pero menos, que marcan una serie de caminitos. El periódico informa que en el Parque de Invierno ha sido plantado un laberinto de laureles, y en un plazo de dos o tres años los laureles ya estarán bastante crecidos. Este futuro laberinto en el que se perderán los ovetenses, y en lo más enrevesado de sus entrañas encontrarán al Minotauro, es una inversión, que si bien tiene la parte positiva de haber plantado laureles, la parte negativa es haberlos plantado a modo de pequeño laberinto, me parece un desacierto, como lo es el Palacio de los Niños, que por cierto durante un par de años pensé que era un polideportivo, hasta que una hermana me aclaró mi error. Al Parque de Invierno lo que le falta son muchísimos árboles. En el Parque hay árboles, pero están puestos de un modo peculiar, que a mejor se llama estilo, pero yo ni comparto ni entiendo. Por ejemplo, algunas veces ponen tan juntos los árboles que al no respetar sus espacios de crecimiento y expansión el árbol más fuerte y crecido acaba imponiéndose sobre el menos crecido, quedando este último con sus ramas tronchadas por la invasión del otro. Tampoco entiendo que los laureles que hay, no los nuevos del laberinto, sean podados como si fuera setos, yo no sé si los jardineros se han fijado en los laureles tan hermosos y preciosos que se encuentran en el campo. Tampoco entiendo que no se pongan detrás de los bancos árboles, que en verano sirvan de solaz y frescor para el que está sentado. Los parques son los pulmones de las ciudades. Y lo que define al parque es su tupido arbolado. En el caso del Parque de Invierno tenemos zonas muy delimitadas y dibujaditas de arbolado, con grandes espacios verdes que están pidiendo a gritos que se planten ahí plátanos, tilos, salgueros, sauces, castaños de indias o no, hayas, alcornoques y muchos más árboles. Y cambiando de parque, me referiré ahora a la zona verde de Santullano. Sólo decir que quitando los magníficos árboles que rodean a la iglesia, lo que se encuentra uno ahí son unos praderíos hermosísimos marcados por caminitos y bancos y farolas, y sin ningún árbol, bueno hay dos o tres muy jovencitos. ¿A qué esperan para plantar árboles ahí? En realidad las características para mí de un parque las tiene sobre todo el Parque de San Francisco. Tiene una masa tupida de arbolado, lo que pasa es que desde hace bastantes años se han cortado árboles y no se han sustituido, y esto es gravísimo. ¿Romperemos alguna vez con la tradición arboricida y volveremos a querer los árboles? Yo, por mi parte, los quiero.

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