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Rufián, hereje contemporáneo

14 de Febrero del 2019 - Rufo Costales (Oviedo)

En otros tiempos ya muy lejanos, mis héroes favoritos eran el Capitán Trueno y el Jabato. Hoy, mis héroes modernos por motivos muy diferentes, son el gran adalid del servicio doméstico, Echenique Robba, y el lunático, pedante y acomplejado, Gabriel Rufián (Juanga, para los amigos), evidente confirmación de que el progreso, a veces, se salta una generación.

Recordemos que Juanga (permítame la licencia) fue reconocido, según un reciente estudio científico, publicado en la revista 'Journal of Pragmatics', como el político más "maleducado" de España, destacando el "lenguaje poco ortodoxo y de confrontación", que utiliza el portavoz de ERC.

Valga como ejemplo, cuando dirigiéndose al exministro del Interior Jorge Fernández Díaz, le dijo: "Hasta luego, gánster, nos veremos en el infierno". Vamos, que el monstruo de las galletas, comparado con Rufián, era un tipo comedido.

Por supuesto, asumo con resignación cristiana, el repudio y la rechifla con que será recibido este artículo, por sus seguidores, pero me resulta harto curioso, que haya que recurrir a estudios científicos para constatar la falta de educación de un rufián como Rufián, digno sucesor de "el cojo manteca" (enloquecido rompedor de cabinas a bastonazos), o la esperpéntica italiana, también diputada, Cicciolina.

Descartada la "teoría de los alienígenas ancestrales", asegurando que el desarrollo de la civilización estuvo mediado por seres de otros planetas, tendríamos que remontarnos al Arca y al bíblico diluvio, donde he de decir que Noé, merecedor de una histórica colleja por aceptar la pareja de mosquitos en el Arca (por cierto, "nada de cuatro gotas", Noé), no estuvo acertado al permitir, al mismo tiempo, que antecesores prehomínidos de dudosas capacidades antropológicas, dieran como resultado esa bazofia disfrazada de ironía "inteligente", como Juanga, -que cada vez que abre la boca, se mueren dos zarigüellas bizcas, en el mundo-, y hayan superado el horizonte vital de todas y cada una de las especies, llegando a nuestra civilización, para goce y deleite de los que tenemos el privilegio de disfrutar con sus memeces.

Como cabe deducir, admiro profundamente a este personaje, sobre todo cuando pronuncia frases sublimes como: "La homofobia, la bifobia y la transfobia, forman parte de la historia de nuestra sociedad" (me rindo, Juanga).

Lo último, desapercibido en los medios con tanto Venezuela, presupuestos y, sobre todo, el juicio del "proces", ha sido la noticia de que la Policía Nacional le ha ninguneado públicamente, impidiéndole el acceso al recinto vallado del parque de la Villa de París, junto al Tribunal Supremo, donde había quedado con los medios de comunicación, para hacer declaraciones sobre el esperado juicio.

Aunque no ha quedado claro si el motivo fue porque Juanga quiso entrar, mezclado con los manifestantes, o que los manifestantes quisieron entrar, mezclados con Juanga, el hecho es que no ha podido acceder.

Nuestro héroe, muy dolido y con cara de perturbado, esta vez sin pancarta ni camiseta reivindicativa, ha sentenciado: "No me han dejado pasar. Es un escándalo"

Un "abofeteador de idiotas", del genial Forges, haría fortuna en nuestros días.

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