La carta maga de Jesús
Hermanos: Las gentes siguen a Jesús que habla con claridad y seguridad; donde quiera se detenga se ve la miseria humana: posesos, paralíticos, ciegos, sordomudos, leprosos..., es una sociedad pobre y miserable que está pendiente de sus ojos. Todos quieren que su mirada se cruce con la de ellos. Jesús se para, levanta sus brazos al cielo y le oyen los apóstoles y los más cercanos; “Padre, ha llegado el momento de presentarles tu mensaje de salvación y bendición”, a nosotros nos llegó como “Sermón de la montaña”, “Bienaventuranzas” o “Macarismos”. Mientras para los pobres, los hambrientos, los que lloran, los perseguidos... es una llamada a mantener la esperanza; para los ricos, los saciados, los que ríen... son palabras fuertes casi amenazadoras que ayudan a la conversión; tras este mensaje los opresores, injustos, poderosos, los ricos engreídos, no serán felices. La inmensa muchedumbre se desparrama desde una colina que desciende hacia una gran hondonada hacia el azul intenso del lago; al Norte las cumbres nevadas del Hermón y al Sur el río Jordán. Pero al acecho están los espías de siempre que no perdonan al Señor el no haber contado con ellos y haber preferido a los pobres “tíos” del pueblo; el Señor no tiene que halagar ni recabar votos con promesas estériles; viene a bendecir, a animar, a consolar. Y ya veis, cristianos buenos y fieles, sigue hasta hoy manteniéndose el desprecio de los ricos hacia los pobres y se ahondan las diferencias sociales por el poder, el abuso del dinero o por los que suben muy alto en alas de la injusticia, de la explotación del hambre, del sudor ajeno, de las lágrimas y de la dignidad...; sólo se convertirán si hacen acto de presencia en los suburbios, penetran en las chabolas para ver la necesidad total, la desnudez y la promiscuidad que lleva a tantas mujeres a la prostitución... la droga, hasta llegar al sótano más profundo y oscuro de la degradación.
Conmovidos por tanta calamidad, hoy seremos generosos en nuestra aportación en la campaña contra el hambre de Manos Unidas que desde 1959 promueven las mujeres de Acción Católica en todo el mundo: “Así, una tenue luz alumbrará los pasos de tu camino. Y la mano de Dios, como un lento atardecer, labrará tu plenitud” (M. M. Triana).
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