Exhumando
Buena gente, en particular “buenos españoles” -de encéfalo y corazón-, hay en la derecha, en el centro y en la izquierda. Será una simpleza pensarlo y decirlo, pero algo tan obvio es difícil de asimilar como regla de juego por las acémilas que trotan por arcenes y taludes. No hay como escuchar el tipo de discursos que últimamente nos estamos acostumbrando a soportar, y a escupir, para tomar conciencia de que algo se está jodiendo también entre nosotros (que diría don Mario desde su catedral).
Los mejores ciudadanos, los que a neuronas y latidos unen esqueleto, músculo y garra, pueden haber nacido donde lo hayan querido o podido sus progenitores A y B. Pero es frecuente constatar, para satisfacción de relativistas y liberales, que no pocos de los que han mamado y/o apacentado en la izquierda radical y militante (frecuentemente dogmática, maniquea y pretenciosa) han madurado vitalmente “in itinere” y han desembarcado -ya hechos unos hombrecitos- inseminando vitalidad y valor a mucha derecha invertebrada, abúlica y acomplejada. En su madurez intelectual y vivencial, ¿son de izquierdas o de derechas quienes -como Ortega (y como Gasset) - abominan sarcásticamente de estabulamientos simplistas en los dos o tres rediles topográficamente diferenciados por los cabreros?
Un personaje tan genial, singular, áspero, “echaopalante”, complejo, multicultural, difícil -y, por tanto, indomable e inclasificable- como Fernando Sánchez Dragó, que tiene abierto un largo y ancho currículum de creatividad y beligerancia, sobrado para tapar bocas y fauces a diestra y siniestra, ha escrito muy recientemente algo sobre los necrófagos y los oportunistas asaltatumbas. No sólo sobre su sectarismo, mezquindad, amoralidad, ambición y ensoñaciones -los consabidos motivos del alacrán-, sino sobre su estúpida capacidad para intoxicarse y contaminar a los demás tratando de expoliar botines, falsificar papiros y desfigurar bajorelieves.
El artículo al que me refiero es fácil de localizar, corto, denso y sugerente. Léanlo, por favor. Eso sí, es un test de talante cívico y equilibrio intelectual, así que... “hooligans” de por ambas bandas, se me abstengan, ¡ar!
[Mal año chino para tentar a faraones y sus maldiciones].
Julio Bueno de las Heras
Oviedo
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