Pueblos

20 de Febrero del 2019 - José Viñas García (Oviedo)

Es un programa de la TPA con mucha aceptación en el cual no se aprecia el verdadero abandono que sufren por parte de las administraciones todos los pueblos, ya que, cuando se emite el programa suelen acudir muchos que no viven asiduamente en el pueblo, solo pervive en ellos infinitos recuerdos que les hace mantener un vínculo afectivo al terruño que los vio nacer. Han tenido que irse a la ciudad buscando posibilidades para sus hijos y, aunque a sus hijos les educan en el coqueteo hacia el pueblo, éstos el día de mañana ¡hoy ya! quedarán desligados de ese lazo de atracción que sí tienen y tenían sus papás.

No hay duda que el cambio climático es un hecho, que debemos preservar nuestro hábitat, pero no dejar en manos de cuatro pelagatos que dominan las administraciones en partidos cómo Podemos, Somos, ecologistas, verdes, animalistas... consumando una desproporcional manera de solucionar este problema. Lo hacen de tal forma que, las personas, las familias del entorno no importan, son arrinconadas para que se vayan por imposibilidad de subsistir en su medio de vida, son expulsadas de sus raíces, de sus bienes y propiedades, para dar cabida a una especie de ensueño de paraíso natural donde solo estén protegidos bichos, bestias salvajes y matorrales. En la ciudad son los mismos que pasean a diario perritos babosos del cordelito mientras les cuesta hacerlo con sus abuelos. Todo ello conformará un monte de arbustos improductivos repleto de Jabalíes, lobos, osos y toda clase de alimañas que irá absorbiendo cualquier posibilidad de vida humana por esas las zonas rurales ¿Para qué trabajar? Para que los frutos se los coman los osos, los cultivos y los pastos los destrocen los jabalíes, las truchas y salmones se los coman las nutrias y cormoranes, los animales domésticos sean víctimas de los lobos y después de todo esto, el miedo al ver a sus hijos rodeados de zarpas y dientes tan peligrosos cómo protegidos por nuestras autoridades que se dejaron embaucar por estos colectivos que vieron un filón para ellos.

Todas esas súper protecciones y regulaciones medioambientales lo único que consiguen es hacer habitable el lugar para los animales salvajes donde los animales domésticos, los cultivos que nos aportan alimento en forma de quesos, manteca, leche, carne, tubérculos, cereales, vegetales y frutos... los que nos aportan alimento, son intercambiado por los más perjudiciales para poder conservar nuestra ganadería y agricultura en muchos casos despreciando la calidad y la denominación de origen por ese entorno que ahora ustedes quieren dejar solo para las alimañas para prismáticos y domingueros. Sin darse cuenta que sin esas familias de los pueblos y sus animales domésticos que son los conservaban, limpiaban y abonaban esos lugares, los montes se llenarán de maleza, el entorno se volverá selvático.

Luego ocurre lo que pasa, que llegan los vientos del sur, dos día de calor y esas espesuras enramadas de matos sin sentido es una antorcha a punto de inflamarse para luego dar rienda suelta al odio de estos partidos ecologetas hacia las personas que todavía resisten en los pueblos y acusarlas de ser ellos los incendiarios (aunque alguno con su irresponsabilidad les dé la razón) no hace falta mucha mecha retardada cómo decía Rivilla, ni cerilla o mecheros, cualquier colilla tirada por la ventanilla de domingueros que acuden a ver el campo, cualquier vidrio suelto, cualquier descuido e imprudencia de un campesino también pudiera traer consecuencias graves. Pero la mayor imprudencia e irresponsabilidad viene de la mano de nuestras administraciones manejados por estos ecologistas y animalistas de ciudad por el abandono de los montes. La indolencia llega hasta el punto de acomplejar a los vecinos de las zonas, que ahora no pueden quemar los despojos, no pueden limpiar sus fincas y sus caminos por miedo a ser acusados de incendiarios.

Asturias era paraíso natural con minas, centrales térmicas, ríos sucios y montes sin ese sobrepoblación de alimañas, era paraíso natural porque la gente tenía trabajo, reía, cantaba, pescaba, cazaba, sembraba, recolectaba, criaba a sus animales domésticos que les aportaban alimento... en un palabra se vivía.

¿Ahora cómo pretenden que vivan las familias? ¿De mirar el paisaje y sus alimañas? De contemplar ríos cristalinos donde las nutrias y los cormoranes estén felices comiendo perdices.

Lo siento, ese modo de proteger el ecosistema ¡no se lo compro! Primero las personas, luego todo lo demás.

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