Por las buenas o por las malas
Amenabar, Garci, Trueba, Medem, Almodóvar y Santiago Segura se aprestan a competir por los derechos de "Asalto al Valle de los Caídos", un remake de "la reconquista de Perejil", que promete ser un psico-thriller no apto para hipertensos, donde un puñado de beatos defensores de la cripta ("ora et labora"), habrán de hacer frente a un comando de geoenterradores que en el plazo improrrogable de 15 días, asaltarán (con nocturnidad, perros adiestrados, 1 tanque y 2 F-18) la tumba del dictador, para depositarla en el Pardo, no se sabe dónde, a merced de familiares interesados, que podrán reubicarla en lugar santo, de su interés, exceptuando la catedral de La Almudena.
Guionizado por Pedro Sánchez, con la participación de su asesor, Iván Redondo, y diez ministros de su gobierno, para más inri, expertos en leyes (un magistrado, un abogado, una magistrada, una fiscal, una doctora en Derecho Constitucional, una profesora de Derecho Constitucional y cuatro abogadas), el film promete tardes gloriosas de televisión y palomitas.
Más aún, si la saga continúa con la exhumación de otros ilustres como José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, o los generales Queipo de Llano, enterrado en la Basílica de la Macarena, en Sevilla, y Moscardó, cuyos restos descansan en el Alcázar de Toledo, bajo titularidad del Ministerio de Defensa.
En la guerra cruenta y despiadada, que se viene desarrollando entre los Franco y el gobierno socialista, desde que la moción de censura a Rajoy hiciera presidente a Sánchez, y éste, anunciara a bombo y platillo, la exhumación del Caudillo: "Será en muy breve espacio de tiempo porque ha llegado el momento de cerrar las heridas, que han estado abiertas demasiado tiempo", dijo, el gobierno se ha chocado con el derecho de los familiares, la ley, el Vaticano, un abad numantino, y con buena parte de la ciudadanía, que está más por la labor de crear mejores condiciones de vida para todos, que hurgar en heridas, suturadas hace más de 40 años.
Me pregunto al respecto:
Puesto que el artículo 1.5 del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede de 1979 garantiza la inviolabilidad de los lugares de culto, ¿puede un gobierno, que no sea catalán, saltarse la ley?
Si así fuera, sabedor el gobierno que comete una ilegalidad, ¿no estaría prevaricando?
Sin permiso de la familia, y sin permiso de la Iglesia, ¿no sería profanar una tumba?
El conflicto político generado entre los estados de España y el Vaticano ¿no terminaría en la ONU?
¿Podemos hacer el mayor de los ridículos por un sinsentido, fruto de la obstinación personal? ¿Merece la pena, o merece una explicación entendible para todos?
Hace unos meses escribía en esta sección: "¡Que no toquen los restos de Franco! He visto Parque Jurásico, y puede pasar de todo". Añado ahora, que el escritor Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, se declaró absolutamente convencido de la maldición de Tutankamon, que como recordarán, propició la muerte de muchos que habían participado en la excavación y apertura de su tumba. Varios de ellos murieron por neumonía.
A ver si en los próximos días, algunos van a tener taquicardias y problemas severos de ansiedad, por una insignificante tos que les ha empezado de repente.
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