Contratos telefónicos sin comprobar la identidad: peligro inminente
El pasado 9 de febrero, el diario LA NUEVA ESPAÑA, en su sección de Oviedo, se hacía eco de la desesperación de una ciudadana ovetense ante una factura de 14.770 presentada por Vodafone, presuntamente originada por el consumo de voz y datos de su hijo, con un móvil de la que ella es titular, desplazado temporalmente a Dubái. Amén de la astronómica cantidad demandada, máxime si consideramos que corresponde sólo a 3 días de estancia en la citada localidad (del 31 de diciembre al 2 de enero inclusive), lo que verdaderamente llama poderosamente la atención es que la titular de ese terminal, en previsión de sorpresas, y previa consulta con la operadora, había activado el servicio Viaje Mundo de Vodafone para pagar una cantidad fija de 15 euros al día por prestaciones de voz y datos. En esta situación, ¿cómo es posible que, en tres días, el gasto que no debería de haber superado los 45 se halla situado cerca de los 15.000 ? La respuesta de Vodafone fue muy simple: su hijo, una vez que llegó al límite de datos que cubrían los 15 euros que su madre había contratado, desactivó la restricción del consumo impuesto y se puso a utilizar su móvil de forma compulsiva, sin tasa ni medida. A la lógica y obligada pregunta sobre quién autorizó el levantamiento de la citada restricción, la contestación de la operadora de atención al cliente de turno, con la que la sorprendida y desesperada mujer pudo hablar, fue que había sido su hijo, utilizando su DNI, y, para más inri, apostilló que cualquier persona, con el simple hecho de facilitar el DNI del titular de la línea, podría hacerlo. Alucinante, pero rigurosamente cierto.
La historia anterior, que más bien parece de ficción, y que real y desafortunadamente está manteniendo a esa persona concreta sumida en una profunda crisis de ansiedad y desesperación ante el incierto desenlace que pueda tener este asunto, es algo que puede suceder, en cualquier momento, y a cualquier titular de servicios de telefonía contratados con Vodafone. Esta operadora, mediante una simple llamada telefónica, con el sencillo hecho de facilitar el nombre y DNI de un abonado, sin ninguna otra comprobación que garantice la identidad de la persona que llama, ni la previa solicitud de aceptación expresa por parte del titular del contrato, puede proceder a realizar, desde cambios en las condiciones contractuales de un cliente, hasta aceptar la compra y envío de terminales (móviles, tabletas, etc.), al lugar que el incógnito demandante indique, coincida, o no, con el domicilio registrado por el titular de la línea; aunque, eso sí, con cargo a la cuenta de este último. Después, cuando el verdadero y asombrado cliente se entere de la fechoría que le han perpetrado mediante la suplantación su identidad, que sea él quien se encargue de demostrar a Vodafone, de forma inequívoca y fehaciente, que no ha tenido ninguna intervención en los hechos, condición sine qua non para que la operadora rectifique; asunto que, en el mejor de los casos, le supondrá un largo y penoso camino a recorrer. Lamentable, pero absolutamente verdadero. Personalmente puedo certificar esta aseveración dado que yo mismo he sido víctima de la compra fraudulenta de un móvil, por un importe cercano a los 1.000 euros, realizada a través de una llamada telefónica desde una línea que no coincidía con ninguna de las dos que tenía contratadas con Vodafone, y a la que la operadora le dio curso con el único requisito de indicar mi nombre y DNI, datos que, obviamente, se puede conseguir sin ninguna dificultad a través de varios medios. En una de las gestiones que he tenido que realizar para reclamar la anulación de esta compra, la denuncia interpuesta ante el Cuerpo Nacional de Policía, me he podido enterar de que no era un caso aislado, dado que tenían varios antecedentes similares.
De todo lo expuesto, se puede colegir, que el mantenimiento de un contrato de suministro telefónico con la operadora anteriormente citada es, sin atisbo de duda, un peligro inminente, con un potencial de riesgo considerable, que puede llevarnos a sufrir inesperadas y desagradables sorpresas, otrosí de las consecuencias derivadas.
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