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Feminismo e igualdad: asignaturas pendientes

22 de Marzo del 2010 - Aurora Valdés Suárez (Barcia)

La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha vuelto a abrir la caja de los truenos esta semana al proponer como asignatura troncal en la Universidad el feminismo, la perspectiva de género. Sin entrar en el debate de si tendría que ser en la Universidad o en los programas educativos de primaria y secundaria, o de si debería de ser o no troncal, lo cierto es que las reacciones ante las declaraciones de la Ministra que se vio obligada a matizarlas, apenas 24 horas después, vuelven a poner de manifiesto la distancia que aún nos separa de lograr la igualdad entre hombres y mujeres.

No importa que tengamos leyes que, como la Ley Integral o la de Igualdad, garanticen formalmente el derecho a una vida libre de violencia en el seno de las relaciones sentimentales y libre de discriminación en todos los ámbitos. No se cambia la construcción ideológica, las bases sobre las que se asienta la cultura de una sociedad, por imperativo legal. Y a tales resistencias asistimos a diario. ¿Por qué, si no, se ataca con tanta saña a una Ministra que propone incluir en el recorrido educativo de la ciudadanía del futuro el estudio de corrientes de pensamiento que están integradas desde hace décadas en otros países? En Estados Unidos e Inglaterra se hacen estudios de género y, hasta en la Universidad de Calcuta (India) éstos son materia obligatoria y transversal

¿Cuál es, entonces, el problema para incluir estos estudios en España? La respuesta, desde esta asociación, es evidente: El problema es el mismo que ha convertido a la Ley Integral en la ley más recurrida de toda la historia; el mismo que ha dado alas a un discurso falaz y perverso sobre que las víctimas denuncian en falso y que los varones están hacinados en calabozos y cárceles del país víctimas de un revanchismo que les arrebata la casa, el dinero, los hijos, y el buen nombre. El problema es la resistencia feroz que las nuevas formas del machismo tienen, ante el avance en la conquista de pequeñas parcelas de libertad.

No me extenderé sobre el famoso Juez Francisco Serrano, o su compañero gijonés, Ángel Luis Campo, que hace una semana cargaban sin piedad contra las víctimas, acusándolas de abusar del instrumento fácil que es la denuncia. Llegaron a decir que un maltratador puede ser un padre fantástico, a lo que nosotras añadiríamos, en esta espiral de despropósitos, que sí, que puede ser un padre tan fantástico que podría ser recomendable tener un padre violento.

Ultimamente asesinaron a una mujer en Huelva y otra joven, de apenas 19 años, está muy grave. El machismo mata, incapacita, aísla, golpea, tortura, deshumaniza. Y no podemos mirar hacia otro lado. Las dos mujeres tenían orden de alejamiento, pero eso no las salvó. Dicen los detractores de la Ley Integral que basta denunciar para que el presunto agresor vaya a la cárcel. Lo dicen, pero mienten. La normativa establece que quebrantar una orden de alejamiento conlleva una pena de privación de libertad, pero tampoco es cierto. La realidad nos muestra una imagen menos idílica: y es que una mujer que denuncia se enfrenta con un proceso de revictimización, en el que, la mayoría de las veces, el propio sistema judicial toma el relevo del agresor. Hay quien quebranta el alejamiento y alega que ha sido casual. Hay quien denuncia y espera más de un lustro para la resolución del procedimiento. Hay quien pide ayuda a la justicia y luego no es capaz de mantener la acusación a su verdugo: según los datos del Observatorio Estatal de violencia sobre la mujer, en el año 2007 un 68,86% de las denuncias se frustraron por la renuncia de la mujer durante el juicio. Es más fácil cargar contra las víctimas la responsabilidad de seguir adelante con la acusación, de no renunciar al alejamiento, de incluso perdonar al agresor... que ponerse en su piel y sentir la angustia, el miedo, la dependencia y la soledad que las anula y las hace transitar una y otra vez por el camino hacia la tortura.

Las leyes son importantes, imprescindibles. Pero implementarlas con recursos materiales y humanos, vigilar su correcta aplicación y corregir sus deficiencias, también. Por eso desde esta asociación hacemos un nuevo llamamiento al activismo político, social y mediático para que las víctimas de esta lacra tengan el apoyo que precisan para reconstruirse y no se las convierta, por el simple hecho de haber tenido la valentía de señalar al torturador, en objeto de escarnio. Es tarea de todos y todas ser palanca del cambio ideológico que acabe con las cárceles invisibles en las que aún viven muchas demasiadas mujeres. Es una responsabilidad común señalar no solo al agresor, sino también desenmascarar las falacias que, ahora quizá con más fuerza que nunca, pretenden hacer creer que esta violencia es una fabulación perversa del feminismo en un nuevo capítulo de guerra de sexos.

Que estos argumentos hayan encontrado difusión mediática y terreno abonado en el imaginario social solo demuestra, a nuestro entender, una cosa: cuán necesario es que los estudios de género, los feminismos, pasen a ocupar su lugar en el acervo educativo del país. Porque solo extender este conocimiento nos dará las armas para desactivar las cargas de profundidad de los reaccionarios, aquejados de cataratas crónicas para ver lo profundas que aún son las raíces de la desigualdad que alimenta el monstruo de esta violencia contra las mujeres, una barbarie contra la que, una vez más, pedimos activa colaboración.

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