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No nos situamos a barlovento

4 de Marzo del 2019 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

No hace mucho escribía sobre un campus en el Natahoyo y hablaba del establecimiento de másteres sobre esa ingeniería de la mar que se necesita. Pero no nos situamos a barlovento para alcanzar al futuro y a los que van por delante. Por una de esas casualidades que no deberían ser casuales, me llegó un vídeo sobre las Orcadas. Un lugar muy al norte donde el 140% de la energía que se consume proviene de la energía de la mar y el viento. La obtienen de olas, mareas y corrientes marinas. Pero no solo eso, sino que mediante la electricidad obtenida realizan una electrolisis para obtener hidrógeno de la mar. Hidrógeno que almacenan comprimiendo el gas a modo de acumulador para diversificar y mantener la energía. Los ferries, mientras están atracados en esas islas, se abastecen de esa energía. Al parecer, sus astilleros están construyendo el primer ferri que use hidrógeno como combustible, mientras que Inglaterra se centra en el desarrollo de motores marinos híbridos de diesel/hidrógeno. Un diesel, por otra parte, que podría investigarse para que proviniese de biomasa marina o biodiesel.

El Natahoyo posee una tradición en calderería capaz de hacer frente al proyecto y construcción de las máquinas para extraer la energía de la mar y el viento. También tiene astilleros capaces de hacer ferries, y podrían hacer aquellos que usen como combustible al hidrogeno obtenido mediante la energía de la mar y estudiar el cultivo de biomasa marina.

Establecer los másteres necesarios de ingeniería de la mar para hacer posible esa promesa de futuro e invertir en ese proyecto a partir de dar maestría en esos temas a graduados de la Escuela Politécnica Industrial, o de la de Marina Civil, o de cualquier otra ingeniería compatible con el pertinente itinerario formativo, debería ser una realidad. Pero aún sería preciso llegar más allá: llegar al desarrollo de barcos automatizados para la pesca con energías renovables, y también llegar a realizar investigaciones que permitan el cuidado y el desarrollo piscícola de nuestras costas. Lo cual favorecería el desarrollo de una industria alimentaria de conservas (tradicional en el Natahoyo), aunque esta vez automatizada. Todo esto debería ser para nosotros, más que un serio compromiso, toda una deuda contraída con la tradición.

Desgraciadamente el EMEC (Centro de Energía Marina Europeo) lleva funcionando en las Orcadas desde el 2003. Pero eso no invalida la necesidad de un Campus de La Mar en el Natahoyo para hacer algo similar. Por el contrario, incrementa la necesidad de investigar, realizar proyectos, desarrollos, y formación dual universitaria de tipo máster sobre la mar. Así como la investigación de motores de explosión alimentados por hidrógeno. Pero para todo ello, habrá que formar, investigar, desarrollar y, sobre todo, fabricar, vender y poseer energía.

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