Gijón: ciudad o selva
Que todo Gijón se ha convertido en un inmenso carril-bici y en un gigantesco váter para perros lo sabemos todos. Que tener una bicicleta, un patinete o un perro es como tener un salvoconducto que te puede permitir no respetar a nada ni a nadie lo sabemos todos. Que carecen de los derechos a desplazarse con seguridad y tranquilidad tanto los peatones como las personas que tienen miedo o no les gustan los perros lo sabemos todos. Basta con salir a la calle para comprobarlo. Pero ¿cómo hemos llegado a esta situación?
Pues porque desde la década de los 80 del siglo pasado se ha producido en Gijón, en paralelo a un gran progreso en el desarrollo material de la ciudad, un proceso de degradación en todo lo que tiene que ver con la buena educación, el civismo y el respeto a los demás. Cualquier gijonés de mediana o avanzada edad lo puede corroborar por comparación con lo que conoció de niño. Así llegamos a tener miles de ciclistas infringiendo la ley, calles llenas de excrementos de perros y bienes públicos y privados orinados sin tregua por cerca de 40.000 perros, la mayoría de las paredes llenas de pintadas, el mobiliario urbano continuamente destrozado, comportamientos incívicos en transportes y en establecimientos públicos, en hospitales y en colegios e institutos, etcétera, por no hablar de las groserías, los insultos, las amenazas e incluso las agresiones que recibe quien llame la atención a cualquiera de estos gamberros, convertidos en los auténticos amos de las calles gijonesas.
Nunca hay que olvidar que lo esencial de una ciudad no es la estructura y organización material, sino que lo esencial son los ciudadanos, y si éstos no cumplen con sus deberes como tales, ya no podemos hablar propiamente de ciudad. Nos vamos acercando a una selva en la que rige la ley del más fuerte.
Y han sido unas políticas de tolerancia y permisividad mal entendidas, practicadas por todos los partidos políticos, tanto de derechas como de izquierdas (y también por muchas familias y por muchos integrantes del sistema educativo), las que nos han llevado a esta situación. Una situación en la que se pretende hacer pasar por normal lo anormal. Esto no lleva más que a la abstención en las elecciones y al desprestigio de la democracia, evidentemente.
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