Vuelos no directos
Tenía yo ganas de ver la cara del actual consejero de Empleo, Industria y Turismo, y el domingo 24 de febrero, por fin, aparece su imagen en LA NUEVA ESPAÑA. Quería ver si se le notaba en el rostro la incompetencia y la falta de sensibilidad que se le atribuye respecto a la frecuente necesidad profesional de viajar a Europa que tenemos los pocos ciudadanos asturianos que todavía estamos en activo. Con esto no quiero yo hacer de menos a todos aquellos que viajan por placer o por razones familiares, ni muy especialmente a los jóvenes altamente cualificados obligados a reproducir en gran medida la historia de “¡Vente a Alemania, Pepe!”. Hoy he visto esa imagen que tanto me intrigaba, pero las declaraciones que se atribuyen a su dueño en el texto que la acompaña han acaparado mi interés y me han dejado perpleja: “Pedimos un respeto al trabajo de los empleados públicos que en base a (sic) sus conocimientos y su experiencia integran la mesa de contratación y han decidido lo que procede” (LA NUEVA ESPAÑA, 24 de febrero de 2019, página 21). Así que el legítimo derecho de solicitar que se alteren las bases de una convocatoria (incluso si no es posible atender tal solicitud) ¿puede ser interpretado como una falta de respeto a los empleados públicos? Así que “pedir lo imposible” (seguro que le suena, ¿verdad, señor Consejero?) ¿es en este caso mostrar falta de respeto al trabajo de los empleados públicos? Creo que es una desfachatez y una gran torpeza parapetarse en esa facilona acusación para “echar globos fuera” en lugar de reconocer la propia responsabilidad ante la intolerable situación que estamos soportando en Asturias. Después de tanto tiempo sin vuelos directos a Europa quien no respeta a los empleados públicos y también privados es la persona responsable de servir a los ciudadanos en este asunto. La falta de vuelos directos a Europa está perjudicando de forma muy grave a numerosos colectivos y a la propia funcionalidad de muchos programas bien asentados en el pasado reciente: trabajadores, turistas, estudiantes “Erasmus”, profesores con proyección internacional, programas de intercambio de alumnos de Educación Secundaria con Europa, empresarios, miembros del colectivo de “Leyendas Urbanas” y un largo etcétera. Sin embargo, el responsable principal de todo ello saca pecho y, utilizando el lenguaje autoritario y a la vez victimista propio del débil, dice: “No podemos tolerar ninguna sospecha sobre la calidad y el rigor de las decisiones de los funcionarios”. Nadie sospecha de estas personas. No se invente milongas. No engaña a nadie. Asuma su responsabilidad y váyase que, total, ya le queda poco.
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