Otín, uno de los nuestros
Mientras leo el libro de Marino Gómez -Santos "Severo Ochoa. No era de este mundo" me entero de la polémica en torno al profesor Carlos López Otín, debida a la retirada de unos artículos publicados con las investigaciones de algunos de los grupos de trabajo que dirige.
Aunque desconozco las razones profundas de esa retirada y si la denuncia tiene su origen en España, y a pesar de lo difícil que resulta establecer cualquier paralelismo, la noticia me lleva a la triste reflexión de Severo Ochoa: "Los españoles no podemos sentirnos orgullosos, aquí hay ciencia muy buena, pero insignificante. La culpa es del ambiente. En España no hay ambiente para estimular la ciencia. Aquí salió una estrella solitaria, con Ramón y Cajal, pero eso fue un milagro".
Otín, continuador de la obra de Ochoa, es otro milagro en un país tan poco interesado por la ciencia.
Otín investiga el cáncer, las causas del envejecimiento acelerado y algunas otras claves de la genética, de lo que llama "el libro de la vida". Pero además de su dedicación a la enseñanza y a la ciencia, también destina parte de su tiempo a promover la educación y a aumentar nuestra cultura científica. Tiene una manera singular de divulgar, en toda su complejidad, el conocimiento científico, con la claridad, sencillez y facilidad de las que solo son capaces los sabios.
Recuerdo asombrado un Día de les Lletres Asturianes, en la Laboral, la reacción de cerca de un millar de adolescentes de lengua asturiana encandilados por la magistral lección de biología (por cierto, en castellano); el mismo silencio expectante ante los misterios de la vida que fue capaz de transmitir en el IES Escultor Juan de Villanueva, en las conferencias para la Asociación Contigo de Noreña y en otros muchos ámbitos.
Sobre su generosidad, los asturianos no podemos reprocharle nada, aunque solo fuera porque decidió quedarse entre nosotros, con todas las limitaciones que conlleva. Pero también recuerdo cómo en la tertulia tras una de sus charlas en Noreña nos dejó atónitos cuando confesó que no había podido visitar a su familia en Huesca durante las vacaciones navideñas porque tenía que buscar apoyo financiero para alguno de los proyectos de su departamento.
Por eso, espero que el desafecto que algunos sienten hacia Otín se estrelle contra el dique que creamos quienes admiramos su trabajo y le consideramos uno de los nuestros. Porque Otín ha decidido hacer feliz a la gente, paliar el dolor, ayudar a vivir más y a vivir mejor y cuidar nuestra salud, que, como decía el doctor García-Sabell, "es un estado provisional del cuerpo que no augura nada bueno".
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