¿Oposiciones o lotería?
LA NUEVA ESPAÑA del domingo 10 de marzo informaba de las astronómicas cantidades de aspirantes a opositar para un puesto de trabajo en el Servicio de Salud del Principado. Según dicha información, hay profesiones, como es el caso de auxiliar administrativo, en la que los aspirantes son nada menos que 89 por cada plaza que se oferta. Le sigue el caso de quienes aspiran a una plaza de celador, con 65 aspirantes por plaza. El personal diplomado en enfermería se las tiene que batir entre 23 aspirantes por plaza. Las auxiliares de Enfermería, han de competir entre 15 aspirantes por plaza. Los diplomados en Fisioterapia salen a 19 aspirantes por plaza ofertada. Las únicas o únicos que salen algo mejor parados/as son los/as matronas a una media de 5,7 aspirantes por plaza ofertada.
Ahora que ya estamos casi en campaña electoral y que nuestros políticos nos empiezan a contar lo que, en mi opinión, son babayaes imposibles de cumplir, deberían bajarse de sus pedestales y poner más sus pies en la arena y ver lo que hay. No puede ser que nuestros jóvenes tras años de estudio luego se vean en la triste situación de pasar por situaciones como la que representa tener que hacer unas oposiciones en condiciones tan negativas para hacerse con puestos de trabajo tan sacrificados y hasta mal pagados como son los de ejercer a turnos en un hospital público en cualquiera de las plazas que se ofertan.
España sigue en la famosa frase de el: "Que inventen ellos", y así nos va. Quienes en la década de los sesenta del pasado siglo fuimos emigrantes en Alemania y otros países, ya pudimos ver entonces la diferencia. En el caso de Alemania, que es el que conozco por mis doce años de residente en aquel país, en aquellos años en los que necesitaban en su potente industria mucha mano de obra en todas las especialidades, pocos eran los que aspiraban a ser funcionarios o ni siquiera personal contratado por la Administración del Estado. Tanto es así que había un dicho popular en plan burlón que decía: "Wer nichts will und wer nichts kann, gehn zur Post oder zur Bahn" (quien a nada aspira o quiere, y quien nada puede, se va a Correos o a los Ferrocarriles), como queriendo decir que las labores en la Administración Pública quedaban para aquellos tan mediocres, profesionalmente hablando, que en la industria y actividad privada en general, poco o nada tenían que hacer.
Quienes hace cincuenta y más años vivimos aquella situación nunca pudimos imaginar que nuestros descendientes, mejor formados que nosotros, hoy tendrían que verse en la situación de estos opositores venidos a Gijón, no sólo de toda Asturias sino de toda España, incluso de aquellas autonomías que no permiten opositar en sus territorios más que a quienes hablan sus lenguas o dialectos disfrazados de lenguas. Así somos los asturianos a veces de grandones, de cándidos y pazguatos.
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