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Algunas aclaraciones sindicales y mineras

14 de Marzo del 2019 - José Viñas García (Oviedo)

Los sindicatos fueron un regalo para todos los trabajadores en su día, ahora han perdido prestigio y credibilidad. La han perdido desde que lo dejaron Redondo y Camacho. Llegaron otros que han dejado a la UGT y CCOO con unas carencias estructurales y de compromiso (Mendez y Toxo) que pensábamos que eran naves a la deriva. Donde permitieron la pérdida de derechos, primero con ZP y luego con Rajoy. Incapaces de llevar a Estrasburgo las dos reformas laborales crueles que postergaron no solo a los trabajadores a simples esclavos de sus amos, si no que, los comités de empresa y las negociaciones colectivas pasaron a ser simples escaparates sindicales para que sus líderes y liberados pudieran seguir rucando y cobrando sin merecerlo. Qué decir del daño de las tarjetas opacas de Caja Madrid y los cursos de formación que dejaron el prestigio de los sindicatos a ras de suelo. Tenemos el caso de Villa ¡Cuánto daño a los mineros y al SOMA! Ahora tenemos otros dos líderes (Pepe y Sordo) aún de más bajo perfil que los anteriores, sin personalidad, sin presencia, sin compromiso firme de exigir y hacer prevalecer las garantías que da nuestra constitución a las organizaciones que lideran.

Cuando llegó la Constitución allá por 1978, la ilusión entre los trabajadores era inmensa, nadie que no pasó por aquello puede simplificar de esa forma cómo hacen algunos resentidos a los sindicatos y las mejoras en todos los derechos y defensa hacia los trabajadores. Recuerdo que disponían de abogados para recursos, papeleos y para llevarles gratuitamente reclamaciones en temas de indemnizaciones, despidos, empleo, desempleo, etc. Los comités de empresa trabajan cada día por mejorar la seguridad y los sueldos de los trabajadores. Eran reconocidos, considerados y respetados por superiores, empresarios y trabajadores cómo así recogía la constitución. Al cabo de los años pensábamos que todo estaba conseguido, se relajaron los sindicalistas y los trabajadores (unas veces con razón y la mayoría sin ella) empezaron a desprestigiar a aquellos que antes les sirvieron y bien.

Que ahora, más de 30 años después alguien comente que solo estaban para enchufar y promocionar amiguetes, es de una simpleza que roza la envidia y la apetencia de quien seguramente no logró por sus méritos laborales y su capacidad intelectual la categoría que tanto deseaba. Seguramente alguno colocaron, cómo antes lo hacían los de siempre, pero quien desconoce las negociaciones y los comités con la empresa y empresarios, no sabe que el porcentaje mayor de decisión a la hora de ascensos la tenía la empresa. Seguramente existieron muy buenos profesionales (picadores o barrenistas en este caso) que desempeñaban su labor inmejorablemente, destacando y siendo valorados por los mandos superiores, pero, para darles las responsabilidad (en este caso de brigadista de salvamento o vigilante minero) se necesitaban unas cualidades de personalidad, mando, físicas e intelectuales que en la mayoría de los casos el picador y barrenista entendía sin problema alguno, aunque luego en el bar, en tertulia de amiguetes se sumara al desprestigio sin pudor alguno de los que sí promocionaba. Antiguamente los únicos que ascendían y copaban las mejores categorías eran los parientes y vecinos de los empresarios, capataces o ingenieros, esos sí que conformaban un paquete de innecesarios y peligro para la labor de responsabilidad que se les encomendaba. ¡Pero no, mejor devaluar lo nuestro! Al menos antes, para estar en la brigada de salvamento, además de un buen profesional en su categoría y años de servicio se le practicaban unas pruebas físicas y mentales que no todos podían superar. Que ahora, alguien coloque a los miembros de esta brigada cómo puestin a desear, es de un desazón personal que roza la apetencia del envidioso empedernido. Los mineros, todos eran brigadistas si el momento lo requería, cada día tenía algo que superar, cada día luchaban contra los elementos, gases, desprendimientos, dificultades y el esfuerzo enorme. Hablar de mina y mineros a quien no entró en una mina, es absurdo, por eso el bajar por un tubo de 70 metros y picar 4 metros de coladero al verlos por la tele y con presión mediática del rescate de un niño, se les antoja una hazaña para quien desconoce el día a día del picador en la mina. En lo único que estoy con usted es que cada día muchos picadores en cualquier pozo superaban con creces en riesgo y dificultad esa labor del rescate del niño Julen y nadie los interpretaba, ni ellos mismos se sentían héroes de nada ¡bueno eso sí! de ganarse el pan para sus hijos superando mucho miedo a diario, sufriendo y sudando cómo nadie puede imaginarse. Pero, de ahí a asegurar que los componentes de la brigada de salvamento eran poco menos que enchufados de los sindicatos, me permitirá decirle que está frustrado seguramente por su por codicia personal que no le deja apreciar su limitación y ambición.

Que decir de los destajos de antes de los 80, donde la empresa marcaba tarea y precio con el mejor picador del momento con avances imposibles para ganar un salario decente para la mayoría. Los comités de entonces, con aquel sindicato vertical, que seguramente estos que critican a los actuales, ni los conocieron. Aquellos jurados de empresa del sindicato vertical eran el paradigma de la explotación del trabajador al servicio de la empresa.

Por eso, cuando criticamos a los partidos políticos y sindicatos, tenemos que matizar mucho, ya que, generalizar es demoler nuestra democracia. Son necesarios partidos y sindicatos, pero exigiéndoles a sus responsables mucho compromiso, dedicación y responsabilidad.

Un saludo y un abrazo enorme para todos los mineros y sindicalistas de entonces.

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