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Quince años después

14 de Marzo del 2019 - Ana M.ª Velasco Plaza (Oviedo)

Han pasado quince años desde que se cometiera en España el mayor atentado terrorista en Europa, con ciento noventa y dos víctimas mortales y más de dos mil cuyas vidas fueron mermadas física y psicológicamente. Sería una burda canallada centrar nuestros recuerdos de forma aséptica en una cifra de muertos. Todos y cada uno de ellos eran personas con sus nombres y apellidos, con sus ilusiones y preocupaciones, sus alegrías y temores y planes de futuro que fueron destrozados de la forma más cobarde y despiadada de la que es capaz la maldad humana para conseguir un fin político. Fueron las víctimas inmoladas necesarias en un golpe de Estado, en esta ocasión para propiciar el cambio de régimen, como algunos anunciaron, entre premonitorios y anhelantes, nada más producirse la masacre.

Quince años en los que, por mucho que algunos se empeñen -unos por comodidad y desconocimiento, otros por cobardía, muchos por complicidad- seguimos sin saber quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del atentado. Sólo sabemos que estos autores fueron desde un principio encubiertos por una maraña de complicidades de intereses dispares pero convergentes y que contaron con la colaboración imprescindible e inmediata para hacer desaparecer de los lugares de la masacre todas las pruebas reales, a la vez que aparecían todo tipo de pruebas falsas. Pruebas, algunas de ellas desechadas en el propio juicio y otras científicamente demostrada su falsedad. Falsedad ya reconocida hace diez años por altos mandos policiales del Ministerio del Interior y que conduciría a la versión oficial, a responsabilizar de la masacre a sujetos que o bien fueron seudoautoinmolados posteriormente o juzgados como autores materiales en base a dudosos testimonios. Extrañas alianzas, increíble unanimidad, inéditas sintonías.

Han transcurrido quince años y los que planearon y ejecutaron la masacre siguen libres, al igual que aquellos que colaboraron con falsedades materiales y dialécticas para señalar a otros como culpables. Todos ellos continúan estando perfectamente protegidos por aquellos cuyos réditos del atentado están siendo cobrados de forma pausada pero segura.

Quince años en los que sistemáticamente ha sido denegada a cada una de estas víctimas la dignidad inherente al ser humano y la justicia exigible a todos y cada uno de los asesinados. Al igual que nos ha sido denegada a los españoles la dignidad como ciudadanos de una nación democrática y la justicia en un supuesto Estado de derecho.

Después de quince años hemos asistido una vez más -y al igual que ocurriera desde las primeras horas después de producirse la masacre- no a lo que debería ser un homenaje a las víctimas, sino a la más vil manipulación del atentado por parte de políticos amorales, con el único fin de sacar rédito para sus siglas, como lo consiguieron entonces. Tienen que seguir adocenando a gran parte de esta sociedad adormecida, aleccionando a aquellos que no lo vivieron, insistiendo en sus manipulaciones y falsedades, no sea que su insistencia de "caso cerrado" se vea frustrada en el improbable caso de que la causa sea reabierta por la Audiencia Nacional si los nuevos datos proporcionados por el excomisario Villarejo son sólidos y verosímiles y no son más basura instrumental. Hemos asistido el mismo día 11 a un silencio vergonzante en memoria a las víctimas por la mayor parte de los medios de comunicación, sólo interrumpido al día siguiente para colgar las fotos de las mascaradas de los políticos en sus autohomenajes.

Quince años en los que estamos viviendo cómo el adoctrinamiento de la extrema izquierda ayudado por la izquierda instrumental, el centro inane y la derecha acobardada ha logrado infiltrarse en todos los ámbitos de nuestras vidas. Cómo los herederos del terrorismo etarra están en las instituciones. Cómo se ha producido un golpe de Estado -como consecuencia del primero- por parte de los independentistas catalanes. Y todo ello con el beneplácito de casi todos los partidos parlamentarios y con el apoyo de forma directa, por acción o inacción, de los sucesivos presidentes del Gobierno habidos desde entonces.

Me gustaría confiar en que antes del decimosexto aniversario existiera alguien -se llame como se llame, lo haga por conciencia o por interés- que dijera todo lo que sabe, y que todo el peso de la Justicia, con mayúsculas, recayera sobre los verdaderos asesinos y sus encubridores.

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