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La central térmica del Narcea es reconvertible

17 de Marzo del 2019 - Ignacio Pérez-Navarro Flórez (Siero)

14-9-5-0 o 1. Esto no es la combinación de una caja fuerte, ni la de una apuesta de lotería. Es la serie cronológica del cómo se van a ir cerrando las catorce centrales térmicas de carbón que hay en España en los próximos años. El cero o el uno corresponde al año 2030 y el nueve al 2020.

He sido uno de los mayores críticos -pero siempre propositivo- del cierre apresurado de las centrales térmicas. Ahí están las publicaciones anteriores al respecto.

En todos los seminarios, congresos y foros donde participo -no pocos- he preguntado en alta voz: "¿Por qué se cierran las centrales térmicas si no somos los más contaminantes?, ¿por qué los "derechos de emisión de CO2" son una gran carga inasumible para nosotros y no para otros que emiten más y no pagan?, ¿por qué no nos dan tiempo para convertir el carbono emitido en biocombustible de segunda generación?, etcétera.

Y, además, si lo anterior no fuera suficiente -que no lo es-, tuve la posibilidad, gracias a don Francisco Reynés, presidente de Naturgy, de reunirme con dos miembros de la alta dirección de Naturgy. En fin, mucha claridad e información, pero un fracaso en el objetivo de continuar hasta el año 2030 -cuanto menos- con las propuestas para viabilizar las centrales.

Y todo lo anterior para el caso concreto de las centrales térmicas de Naturgy: Narcea, La Robla (León) y Meirama (Galicia). No incluyo Anllares porque ese es otro tema ajeno al presente.

Antes de seguir es necesario que tengamos la sensibilidad de asumir que somos la primera generación en la historia conocida de la humanidad que se enfrenta a un cambio climático, y que también somos la primera y única generación que puede hacer posible mitigar los efectos letales de ese cambio (palabras de Joan Herrera, IDEA).

Emitir CO2 y no capturarlo ya tiene que ser considerado un peligro cierto para la vida. Y esto no es de "cuñado", es una evidencia científica.

También, en palabras del mismo Joan Herrera pronunciadas en la sede de Naturgy hace dos días, "tenemos la posibilidad de reverdecer la economía y reindustrializar España". Además de dejar atrás la alta dependencia económica que tenemos del exterior por la importación gigantesca de carbón y petróleo.

Hay un viejo proverbio árabe que dice: "No hay que llorar sobre la leche derramada". Pero sí hay que decir que este "muerto" del cierre de nuestras centrales viene de lejos, de aquellos tiempos donde se nos arrebataban las centrales hidráulicas, las subestaciones, la distribución, etcétera. El mundo ya daba señales del peligro del CO2 no capturado. Hay centrales en el mundo con emisiones negativas y otras trabajando activamente en la captura.

En fin, cuando una industria para poder entrar en el mercado tiene que emitir dos millones de toneladas de CO2 y, además, le cuesta sólo en derechos de emisión de ese gas cuarenta millones de euros y creciendo. Cuando las inversiones en capital pendientes para actualizar las instalaciones no van a tener retorno. Cuando la fiscalidad (tasas e impuestos locales, autonómicos y estatales) son crecientes y discutibles. Cuando hay un impuesto especial (IVPEE) del 7% sobre lo que generas, en suspenso sí, pero ahí está. Cuando el marco regulatorio es voluble y ajeno al concepto básico de economía real. Cuando te dejan de considerar una instalación necesaria para la garantía de estabilidad del sistema y no te pagan por capacidad y disponibilidad. Cuando tu rendimiento técnico y económico compite con los veintisiete mil megavatios de los ciclos combinados. Cuando entrar en el mercado diario te obliga a competir con energías renovables más baratas y no entras. Y si todo lo anterior te lleva a "perder dinero", ingresar menos de lo que gastas, cualquiera puede encontrar la respuesta en este sistema económico.

En resumen, por espacio en este medio, la solución para nuestra Central Térmica del Narcea es convertirla en una industria limpia y darle una segunda vida para la preservación de puestos de trabajo y mantener vivas las economías locales. El CO2 es imprescindible para la vida, pero hay que capturarlo y reconvertirlo. El futuro va a demandar biocombustibles. Las infraestructuras y los espacios de Narcea no son chatarreables ni enajenables, son reconvertibles. Pero para eso hay que implicar a los ayuntamientos, cambiar nuestro foco y poner el objetivo en la reconversión y no en el cierre, imparable hoy, a la actual forma de generar energía.

Todo lo anterior lo podemos hacer nosotros si no lo quiere hacer Naturgy.

Podemos reordenar la combinación cronológica del principio en 14-8-6-1.

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