Cordura

15 de Marzo del 2019 - Ramón Alonso Nieda (FUENTES- ARRIONDAS)

Isabel Celáa entró en pánico cuando, apartándose de la consigna el Día de la Mujer, echó mano de un vocablo refractario a la manipulación genérica: "Que ustedes...". A punto estuvo de añadir "y ustedas". Y al tirar del freno de emergencia salió por peteneras:-"Ustedes, ejem, es decir, vosotros y vosotras, ellos y ellas..." No, señora Celáa, decir ustedes no es decir vosotros y vosotras, ni ellos y ellas. Aparte de que "ustedes" ya es de por sí, sin necesidad de cirugías invasivas, término exquisitamente inclusivo: síntesis de dos raíces femeninas, acrónimo de Vuestras Mercedes (cuando la uve se escribía con u). Aflige tener que recordarlo a alguien que administra la Educación en el Reino de España. ¿En qué estaría pensando Vuestra Merced?

Creíamos que se había tocado fondo cuando Irene Montero se puso por montera el género aportando al repertorio lo de "portavoza", feminización de una palabra que ya era femenina. Jóvenes/as, miembros/as, portavoz/a; así se van ensartando las perlas de una gargantilla que tendría que estrangular de vergüenza a sus petulantes usuarias si vergüenza hubiera. De dónde sale tan desenvuelta tontería, ¿del Frente Popular, del nacionalcatolicismo, de las universidades americanas, de algún vivero de Putin? Uno, en su incurable optimismo, quiere pensar que se puede ser progre, y hasta progra, sin necesidad de ser tan burros/as.

Esta jerga de borrachos arranca de la confusión del sexo (marca de las personas y de los animales) con el género (marca de las palabras). Para hacerlos coincidir, se elimina el sexo y se manipula el género. Se ignora la anatomía (de los cuerpos) y se altera la morfología (de la lengua). Se llega a un punto en el que la afirmación de lo obvio, mera tautología, "los niños tienen pene", se percibe como una provocación que acarrea represalias y secuelas judiciales.

Cuerpos y palabras. Lo físico y lo simbólico, con sus ontologías respectivas; con sus leyes y con sus historias: natural, la del mundo físico; cultural, la del simbólico. Naturaleza y cultura. Y articulando el díptico, el hombre, certeramente definido como "animal simbólico". Cuando no se respetan los códigos complejos y sutilísimos que rigen la relación de las palabras con las cosas, del ser con el decir, perdemos el sentido de las cosas. Perdemos el sentido. ¿A eso llaman progreso? Yo lo llamaría barbarie. O por lo menos, barbaridad.

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