Muchos supuestos, demasiadas dudas
Mientras Marchena, el Messi de la judicatura, masacra a las defensas del "Procés", muchos ciudadanos esperamos la ansiada sentencia, asumiendo que lo que hoy se juzga, terminará mañana con una amnistía para los supuestos condenados, como pago del supuesto apoyo a Sánchez, en las próximas elecciones del día 28 de abril.
Yo así lo entendía, pero la puesta en escena de la última provocación de esos rancios alienígenas separatistas, al Estado (otra vez "los lazos amarillos", en edificios públicos), ha venido a dar la clave: Contra el sentir general, el Gobierno no va a indultar a los supuestos condenados.
Si así fuera, ¿iba el cachondo Quim a provocar este teatrillo para descreídos, poniendo en peligro el supuesto acuerdo, propiciando con la desobediencia y el desacato, la ruptura del mismo, y dejando a Sánchez con las vergüenzas al aire? No, seguramente no está cerrado ese supuesto acuerdo, por lo que los independentistas presionan hasta el exceso. En el horizonte, la autodeterminación, a cambio del gobierno de España.
Celaá ha hecho un brindis al sol diciendo: "Torra pasaría la raya de la desobediencia, si no retira los símbolos, tal y como reclama la Junta Electoral Central". (Torra, según Durán Lleida, "un pobre hombre, que no debe de saber por qué está aquí", se descojona, señora).
Efectivamente, la Junta Electoral Central, presionada por Ciudadanos y PP, ha ordenado al presidente de la Generalitat, que retire de los edificios públicos controlados por el Ejecutivo, toda simbología separatista.
El patético, contumaz y peinaovejas Quim (permítame la familiaridad), en modo "deslealtad continua 2.0", estimulado por la reiterada incomparecencia del Estado, y sin margen para ambigüedades, excesos de retórica, ni discursos incendiarios, ha decidido situarse directamente en el desacato, poniendo en práctica la táctica Varufakis (ministro griego, que se enfrentó a la UE, con el resultado por todos conocido) del "Juego de la gallina" (forzar la máquina, esperando que sea el otro quien se aparte).
Para ello, no sólo ha braceado con un gobierno pusilánime, representante de un régimen bananero (donde el perjurio, el desacato a la ley y las sentencias judiciales, carecen de consecuencias), para quitar el lazo amarillo (¡por fin!); aunque, vacilando al personal, lo ha sustituido por otro de color blanco (¡vaya!), igualmente separatista.
Es evidente que nuestro presidente, paralizado por la chulería independentista y por la dependencia de sus votos, absolutamente necesarios para su supuesta investidura en las próximas elecciones, vuelve a "hacerse un Pilatos" lavándose las manos, en un momento políticamente delicado para él, y evita, a toda costa, tomar cualquier medida legal (y necesaria), que le suponga poner en riesgo ese apoyo. Lo único que ha hecho es pedir, desde Bruselas, "neutralidad" a Torra.
Evidentemente, Sánchez ni entra ni sale en el "Juego de la gallina", y antes del choque, ya se ha apartado. Simplemente, no es partidario.
Me recuerda al del chiste:
-¿De dónde vienes Pancho?
-Vengo del sermón
-¿Y de qué ha hablado el cura?
-Ha hablado del pecado
-¿Y qué ha dicho?
-No es partidario.
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