Nalgada a tiempo y no a destiempo
Hace unos días circulando en mi coche por el centro de Colloto dos mujeres llevaban tres niños, uno en brazos, aunque tenían en frente un paso cebra, las madres todavía no hacían intención de pasar, aunque aminoré la marcha, uno de los niños empezó a correr y se plantó en medio de la carretera, su madre corrió detrás de él y le dio varios azotes en el culo "como pal zorro" siempre mirándome a mí que había frenado y pidiéndome perdón. ¿No sé de qué tenía que pedirme perdón esa buena madre y mujer? Supongo que si en vez de ser yo, fuera una de esas tiquismiquis de feministas o animalistas del buenismo universal inmediatamente la hubiera denunciado por maltrato a su propio hijo. ¿Cómo debiera haber actuado esa madre? Por qué no se dejan de tonterías y se dedican a educar a sus hijos en vez de malcriar a los de los demás.
Todo viene al caso por esa sentencia a una madre que le alejan de su hijo por seis meses, más dos meses de cárcel por pegar dos bofetadas a su hijo de 10 años por no obedecerla. Al no ser una reiteración, algo que esa madre use sin medida y control, un juez, en este caso una jueza, no puede interpretar este caso como un delito de maltrato de ningún tipo. ¿No sé dónde tienen la medida estos jueces, esta ley y esta sociedad? Todo tiene que tener su justa proporción: el cachete para corregir comportamientos y la sentencia para saber interpretar que nadie quiere más a ese hijo que su propia madre o padre. Qué cuando unos padres dan una nalgada a sus hijos les duele a ellos más que al propio "martirizado"
Creo que así nos va. Esas denunciantes y juezas con sentencias como ésta, no les importa si esa madre tiene para darle una vida digna a su hijo, no les importa las necesidades y los sacrificios que hace para compaginar trabajo, desempleo, horarios, colegios, compras, calefacción, gas, gastos imposibles, etcétera. Todas las insolidaridades de esta sociedad, las trabas y penurias de estas madres no son maltrato, solo cuando les ven dar un cachete a su hijo, aparecen ustedes cómo lobas hambrientas de intromisión sin sentido ¡Ustedes de verdad no tienen a que dedicar su vida más que joder a los demás! Dejen que cada padre o madre eduque a su hijo.
Les diré algo: Mi madre me daba con el palo de la escoba, mi maestro D. Ángel con una estaca, siempre los quise y amé, siempre tenían razón para corregirme, así salí yo. Alguien que ninguna de ustedes me puede ganar a amor y haber sabido educar a mis hijos, que alguna nalgada recibieron. Por eso me quieren (algo que presiento y siento) ¿será por maltratarlos de pequeños? ¡Venga ya! sobran de mi entorno intolerantes e intrusas en la vida privada de otros.
Lo decía el juez de menores de Granada D. Emilio Calatayud, si tu hijo pequeño mete los dedos en un enchufe ¿cómo le corriges? ¿Con palabras, miradas o con un guiño cariñoso? ya sabéis como son los niños, lo tomaría a gracia y volverá a meter los dedos. Darle dos nalgadas le ayudará a no meter los dedos más. Si tienen otra forma más efectiva para que un niño no se electrocute, díganla, pero no sigan J...... por el amor de Dios.
Los que tenemos una edad, no solo nos corregían en casa nuestros padres, también los profesores, el cura y cualquier vecino, si te quejabas a tus padres de que alguno de esos te pegó, ellos te daban ración doble. Ni salimos traumatizados, ni odiamos a quienes nos corregían a estacazos, ni por supuesto eso limitó nuestra capacidad de emprender, emanciparnos, aprender y desarrollarnos cómo personas. Es más, en aquellos tiempos no había manadas, no había machitos adolescentes que violaban a las mujeres, no había hijo que osara maltratar a padres, abuelos o ancianos cómo ahora. Fuimos generaciones que supieron luchar la democracia, la libertad y por los derechos de todos, entre ellos el de la mujer, sin leyes del menor supimos protegerlos, educarlos y prepararlos para esta vida. Ahora ¡no! pretenden vivir de sueños, en un paraíso donde todos buenos, donde al mismo tiempo que quieren proteger al menor de su madre o padre, lo malcrían a los suyos para que salga un adolescente energúmeno y maltratador, no solo de sus parejas, también de sus padres y abuelos. Eso consiguió ésta súper-protección, para luego culpar a todos los hombres de los actos de sus hijos malcriados con toda serie de caprichitos y consentimientos.
Una nalgada a tiempo, no puede ser maltrato jamás. Es más, estoy convencido que en casa, todos y todas estas puritanas del buenismo universal, también corrigen a sus hijos del mismo modo: nalgadas a tiempo y no a destiempo.
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