Un recuerdo para el doctor Gregorio Marañon
El 27 de marzo se cumplieron cincuenta años de la muerte del insigne médico español Gregorio Marañón, que, además de ser un notable internista, dejó la impronta de lo que puede llegar a ser el humanismo médico del «médico humanista», para jugar con las palabras sobre el acercamiento del profesional de la medicina al paciente en particular a la sociedad en general.
Subtítulo: En el 50.º aniversario de su fallecimiento
Además de libros médicos en los que «la claridad es la única estética permitida», escribió notables ensayos históricos, biográficos y sociológicos. Viajó, dio conferencias, presidió actos sociales y culturales y, en definitiva, hizo escuela de humanismo médico. «Seguramente es la nuestra la profesión que cuenta con un tanto por ciento más copioso de plumíferos y pensaba que no porque los médicos tengamos una mayor facilidad para contemplar los aspectos de la vida y de las personas, sino porque las ve desde un plano distinto a los demás».
«Repárese en que los sucesos tiernos o espeluznantes, que hacen tan atractivas las confesiones médicas que corren impresas, no son, en realidad, espectáculos que sólo los doctores hayan podido ver e interpretar. Son dolores, alegrías, muertes o casi resurrecciones (...) de las que son actores y testigos, además del galeno, otros seres humanos (...). El médico es, en suma, un espectador más de la vida (...) casi nunca ve cosas que no vean los demás». Para él es «el hombre de letras, el dramaturgo o el poeta que el médico lleva, hartas veces, dentro, el que da colorido literario, teatral o poético a la vida que le rodea».
Ahora la medicina se ha tecnificado mucho más, desde que nos dejó hace medio siglo. Pero hay que esperar que no pierda ese sesgo humanista añejo.
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