Monos con martillo
Soy un mono con martillo. Me acerco a la gente por la espalda y allí donde les duele más, allí preciso y subrepticio les endoso un mazazo morrudo. Luego además les cobro. Entre semana, porque el fin de semana lo dedico con frecuencia a investigar y adquirir y domar puntas nuevas y sofisticadas para mi profesionalísimo martillo. En esto de la contundencia, ya se sabe, no se deja nunca de formar uno. ¿No? Un mono soy, de esos albinos y forzudos, de esos que siempre parecen más jóvenes que tú, más atléticos. Bueno, digo albinos, pero más bien vestidos de blanco. Y con martillo, siempre con martillo, para abatanar allí donde más duele.
Soy un mono con martillo enfadado. Porque resulta que les da por decir que cuando hay una lesión en fase aguda nuestro martillo no sirve para nada. Me lo han dicho el lunes nada menos que dos pacientes, que como tienen dolor les ha dicho el médico que no vengan a la consulta del mono con martillo. Porque, claro, un mono con un martillo a un homínido herniado dándole ahí mazazos morrudos y morrocotonudos, pues menudo marrón, eso no hay benzodiacepina que lo salve.
Querida conciudadanía simia superior (especialmente aquella con titulación universitaria en Medicina): el paradigma mecanicista es selvático y primitivo. A veces nos sentimos monos solos en el año 3000, con nuestros martillos de punta intercambiable y nuestra comprensión más amplia de los procesos de la salud y la enfermedad.
Pablo Trabadelo Vilabrille es fisioterapeuta
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

