Manipulaciones descarbonizadoras
La sociedad está escandalosamente manipulada. ¿Quién la liberará? El liberador que la “desmanipule” buen liberador será. Como prueba testifical de esta opinión, tenemos el ridículo y reiterado espectáculo de la joven sueca de 16 años, encabezando el movimiento internacional del cambio climático –¡toma del frasco!– mientras miles de científicos de todo el mundo se cuestionan las causas reales de esos cambios; tanto de los actuales, como de los muchos y más radicales acontecidos antes de la aparición del hombre sobre la Tierra y, por tanto, ajenos a la manida aportación de anhídrido carbónico procedente de las actividades humanas (industria y automoción).
Por otra parte, se han reiterado hasta la saciedad, causas geofísicas eficaces: Variaciones de inclinación del eje terrestre, cambios en la excentricidad de la órbita de la Tierra, diversidad de flujos de las radiaciones exteriores, modificaciones de la actividad solar detectables por las “manchas” en su superficie, etcétera. Todas ellas no controlables por la acción humana. Consecuentemente parece suficientemente claro, que la adolescente sueca –que personalmente merece todo afecto y respeto– ha sido manejada por quienes pretenden utilizar el cambio climático actual, para sus intereses propios: Justificación de nuevos impuestos, proyectos instrumentales novedosos u otros intereses similares. Recordemos cómo la introducción de la “zona azul” y las consiguientes tasas de aparcamiento, permitieron utilizar el patrimonio municipal, evidentemente público, en beneficio de intereses privados. La presunta justificación se presentó como “un medio para acercar a los administrados a los edificios de la Administración”. En la práctica se tradujo en la rápida generalización de la zona azul a áreas urbanas periféricas, y, paradójicamente, a la supresión del aparcamiento situado frente al Ayuntamiento (¡!).
Paralelamente a lo referido al principio, podríamos también decir;
“Asturias está ‘descarbonizada?. ¿Quién la descarbonizará? El descarbonizador/a que la descarbonice, buen descarbonizador/a será”.
Maravilla especialmente, la perfecta indefinición funcional de la anunciada “transición energética”, cuyo urgente final previsto se sitúa entre los años veintitantos y cuarenta. Nada de carbón, nada de nucleares, y desconcertantes medios para sustituirlas. ¿Bioenergía? ¿Recursos forestales?
¿Han visto, por ventura, los ponentes de esta solución la fórmula de la celulosa? ¿Han reparado en que en los vértices de las hexosas que la componen hay instalados sendos átomos de carbono? Es obvio que por combustión con oxígeno producirán anhídrido carbónico. ¿Recuerdan que el carbón mineral se originó por un proceso de mineralización de pteridofitas fósiles, también constituidas por celulosa?
Igualmente sorprende que desde España, se denuncie ante Europa la importación de energía procedente de térmicas carboneras marroquíes que no sufren el gravamen al CO2. Recuerdo que la UE puso el grito en el cielo, cuando España se ofreció a repostar a la flota rusa en ruta hacia Siria. Ningún problema para Alemania que se abastece de gas de petróleo ruso por dos gasoductos submarinos construidos en el Báltico. Y para terminar, ¿Quién nos podrá explicar el paro sempiterno, siete años, de la regasificadora asturiana, cuando ya se ha ampliado dentro de esta demora, sus instalaciones hermanas de Galicia y Vasconia?
José María Casielles Aguadé
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