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La línea del agua en el oriente asturiano

13 de Abril del 2019 - Carlos Cuesta

La belleza singular de estos enclaves del extremo oriental de Asturias tocando ambiente y amistad con la vecina Cantabria es de los que dejan huella. En ese concejo de Ribadedeva, con Colombres y Bustio de faros permanentes de orientación popular, con su río Deva fronterizo y esa esplendorosa ría de Tinamayor conformando un paisaje que embelesa especialmente desde la atalaya de Pechón en ese línea de agua y pasión. Y aquí Asturias y Cantabria se dan la mano afecta y animada, y en estos pueblos de límites geográficos sentidos todo lo hacen conjuntamente como es el caso de Bustio y Unquera. Es lo que tiene la aproximación y la vecindad. Y hasta el dulce por excelencia de la zona, las corbatas de hojaldre, comparten aguas y placer. Los obradores están en Cantabria pero la raíz iniciativa está en Asturias con las familias Canal y Junco de Ribadedeva. Y esos dulces tienen carta de naturaleza y suponen un reclamo destacado para los muchos automovilistas y pasajeros que hacen parada obligada en Unquera para proveerse de esos lazos hojaldrados y crujientes que hacen las delicias de los buenos llambiones. Y esta realidad tiene mucho de turismo directo, inteligente y empresarial. Un fin de semana de cualquier época del año esos centros de las corbatas son el ejemplo de negocio rentable y bien llevado.

Y en este territorio de antiguos emigrantes, de gaiteros intensos, de anguleros felices y de zapateros exigentes, destaca el puerto marinero de Bustio, anclado en la desembocadura de la ría de Tinamayor y aportando una estampa de perfección lineal y caballera, toda una perspectiva ideal para manejarla y tratarla en los lienzos de los artistas plásticos. Adentrarse en este recoleto puerto es sentir el placer del encanto, la seducción y la sublimidad de un reducto marinero con las barcas amarradas y el salitre y las gaviotas de trasfondo animado y ambiental. Es interesante alargar el camino y envolverse en esa ría benefactora y encontradiza camino del mar Cantábrico. Sólo con una visión general, el espíritu se alborota y las sensaciones se desparraman por todo el cuerpo, porque estos entornos del Oriente extremo cuentan en su seno con la gallardía del paisaje sencillo y halagador. Mar y montes en proximidad de minutos. Sus caminos serpeantes por andurriales de cota baja, esa playa de la Franca atrayente y cargada de primor y delicadeza, esas noches de tertulia en Colombres y ese piano consejero y amoroso de la fonda Velarde en Bustio donde Guillermo Ursueguía ve pasar la vida entre sus toscas de fervor gastronómico, su cabrito asado con guarnición doméstica y esos gin tonic que otorgan y bendicen digestiones. Y la fiesta y el encuentro siguen más allá del puente de hierro, límite entre dos comunidades que al sentir de los parroquianos no existe. Pero aquí es el Principado de Asturias y al otro lado es Cantabria. Pura y sencilla geografía, el límite del agua.

Y más allá la carretera de interior que nos lleva a Potes tras pasar por Buelles, excelente queso cabrío, Panes, desvío al pueblo de Merodio famoso por sus gaiteros, y el desfiladero de la Hermida. En plena carretera, sinuosa, enjuta y ajustada, el complejo termal de La Hermida con sus aguas medicinales y la salud a través del agua provocadora. Los cántabros lo saben hacer bien y venden sus recursos con estilo y promoción. Este edificio termal y la villa de Potes pueden mucho en el empuje del turismo bien entendido. Buenos inmuebles, decoración floral, limpieza, piedra y madera en todo el perímetro urbano y vistas alpinas de panorámica. La parte hermana de este recorrido como Panes y entornos deberían tomar nota de sus vecinos. Es una simple apreciación que me obliga a exponerla. El Paraíso Natural parece que no nos pertenece en su orientación publicitaria y nos dejamos arrastrar por ese anuncio con cierta petulancia de Cantabria infinita... En los ultramarinos Vidal de Unquera se vive Asturias y tal parece una embajada amiga donde los sobaos El Macho -únicos- y la sidra asturiana se conjugan y abren fronteras de relación y amistad.

El oriente asturiano, esos confines de Pimiango, Colombres, Noriega y Bustio entre otros lugares de satisfacción, sigue marcando su manera de ser y estar. La Asturias eterna, la brava, la esencial y la didáctica se mantiene en estos rincones con fuerza y expresiones que enganchan. Existe hospitalidad, hay interés hacia el forastero y cada vez más el profesional de la hostelería se empapa del turismo y sus respuestas. El río Deva se deja acariciar por la brisa del mediodía y en el ambiente de Bustio perfume fluvial con olor de fondo y terraza a corbatas recién horneadas... La línea del agua se mantiene firme en ese trazado verde y medioambiental de Tinamayor.

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