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El bebé indígena asesinado en la Guajira

18 de Abril del 2019 - javier arjona (siero)

El asesinato de un bebé de 7 meses, hijo de un ex combatiente y de una indígena wayúu, es una expresión de medida de una paz firmada pero no cumplida, que se pretende frustrar y traicionar desde el guerrerismo que impera en Colombia.

Sabido es que en Colombia han sido asesinados casi 600 líderes sociales desde la firma del acuerdo entre el gobierno y la insurgente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y de esa cifra, 50 corresponden a los meses de 2019.

El asesinato de líderes sociales en Colombia ha sido calificado como "genocidio" y "exterminio" por diversos congresistas y han denunciado la inacción del gobierno nacional sobre el tema. También desde la ONU y desde el Parlamento Europeo se ha instado al presidente Duque a cumplir con su obligación de proteger a las personas defensoras de derechos humanos amenazadas y en riesgo de ser ultimadas.

El martes 16-A era velado el cuerpo de Samuel David González Pushaina, el niño de siete meses asesinado en La Guajira, mientras su madre Sandra y su padre Carlos se encuentran hospitalizados en Maicao.

Samuel es uno de los tantos niños y niñas nacidos al calor de las expectativas de paz: cuando dos años atrás la delegación asturiana visitaba los espacios territoriales donde se concentraban los ex guerrilleros en tránsito a la vida política, según lo acordado con el estado colombiano y con verificación de la ONU, se pudo también saludar un alto número de bebés que eran la muestra de un camino de decisión concreta de la guerrillerada para optar a nuevas situaciones de vida.

Una senadora ha dicho que "No se puede seguir asesinando la esperanza de La Paz, que es una apuesta de las y los colombianos que queremos pasar la página de la guerra".

El crimen de Samuel tiene esa perversa ideología guerrerista expresada millones de veces por la avariciosa oligarquía colombiana: exterminar de raíz cualquier atisbo de disidencia. Traicionar cualquier pacto que se establezca para intentar construir la paz duradera.

Las Naciones Unidas en su más reciente informe sobre la implementación del Acuerdo de Paz alertaron que desde el 2016 han sido asesinados 99 excombatientes. Por su parte, el Gobierno tiene registros de 128 asesinatos de ex guerrilleros en proceso de reincorporación, lo que demuestra de forma terrible el incumplimiento del estado de su propio Pacto para la paz.

Niños como Samuel, ancianos, familias, indígenas, negritudes, campesinas, estudiantes, sindicalistas, son también víctimas del exterminio que busca acallar a quienes elevan sus voces por la Justicia Social. Duque representa la continuidad de décadas de Terrorismo de Estado, perpetrado por los militares y sus paramilitares, bajo directrices estadounidenses, contra la población colombiana.

Colombia es el país del mundo con más personas en desplazamiento interno: las multinacionales explotan los yacimientos mineros pulverizando montañas y privatizando ríos, hambreando a la población y asesinando a quienes se oponen a tal devastación. El desplazamiento forzado sigue en auge ahora. El crimen de Estado de la desaparición forzada persiste en 2019, como ha señalado el CICR, recordando que en Colombia ese crimen de Estado ha causado cuatro veces más víctimas que en Argentina bajo la dictadura.

El asesinato de Samuel se produce en la Guajira, departamento del que llega el carbón a los puertos asturianos.

Allí está la mayor mina de carbón a cielo abierto del mundo, El Cerrejón, que es saqueada por las multinacionales BHP Billiton, Glencore, y Anglo American, con afectaciones muy graves a los territorios wayúu (pueblo indígena al que pertenecen los padres de Samuel), desvío de cauces de agua, y con 4.770 niños fallecidos de hambre, reportados ante la Corte Constitucional en 2018.

El crimen de Samuel ha conmocionado a la Guajira según reportan los medios locales. ¿Conmocionará también a la "comunidad internacional" para exigir que se respete la vida, los derechos humanos, los derechos indígenas, el acuerdo para la paz firmado con apoyos, incluso económicos, de los gobiernos del mundo? ¿O seguirá dándosele manga ancha a Duque para que los negocios con sangre y el exterminio social perduren en los territorios colombianos?

Ayer era sembrado el cuerpo de Samuel, en el Espacio Territorial Simón Trinidad, en el municipio del Manaure, departamento del Cesar, Colombia. El domingo era el sepelio por el crimen de Aquileo Mecheche, director de un colegio indígena en el Chocó, y líder del pueblo Embera Dovida, conocido como Aquileito, que deja 8 hijos.

Esta situación ha llevado a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU a reiterar la semana anterior su "gran preocupación por el patrón persistente de asesinatos de líderes y lideresas comunitarios, defensores y defensoras de los derechos humanos y excombatientes de las FARC-EP", y a reiterar llamado a las autoridades colombianas a hacer cumplir el acuerdo para la paz.

Javier Arjona

Pola de Siero

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