Con millones de pobres
Hermanos: En Jesús entregado por Dios Padre, y en Jesús Dios Hijo que hace de su vida total ofrenda, hemos sabido y experimentado el amor sin medida de nuestro Dios Espíritu Santo para con nosotros. Este el núcleo de nuestra Fe y es lo que celebramos especialmente en cada Semana Santa. Tierra Santa es la tierra de la Encarnación del Señor, por eso la llamamos “Quinto Evangelio” como vivo recuerdo de quien nos dio vida con su vida y amor. En estos días santos volvemos nuestra mirada agradecida a aquellos lugares y caminos que todavía vibran con las pisadas y lágrimas de Nuestro Señor y con su Cruz Redentora que cada Viernes Santo adoramos y besamos con labios y corazón. Señoras y señores, por eso tiene sentido la presencia y cuidado de estos santos lugares que consiguió San Francisco de Asís en 1217 de manos de los soberanos musulmanes y que el Papa Clemente VI encomendó a los Franciscanos en 1342, que hoy abarca Israel, Palestina, Jordania, Egipto, Siria, Chipre y Rodas. Custodian los lugares evangélicos en 81 santuarios, algunos de ellos bajo la autoridad y propiedad de cristianos católicos, ortodoxos, musulmanes o hebreos; ejercen en 23 parroquias y 79 iglesias; dirigen 15 colegios con más de 35.000 alumnos;sostienen la actividad social: viviendas para las familias, residencias de ancianos, casa-hogar para niños, residencias de acción sanitaria, atención médica, dispensarios y ambulatorios y os digo también hoy lo que sé desde niño: que pedimos para los descendientes pobres de las familias del Niño Jesús, de S. José y la Virgen María, de los apóstoles y de los primeros cristianos de Tierra Santa y que, por ser cristianos los tienen apartados de puestos y trabajos que se reparten entre los hebreos de Israel y los musulmanes de Palestina. Por esta grave situación de los cristianos tan pobres la Iglesia, en estos días, te pide con gran dolor que des tu limosna para Tierra Santa en la colecta del Viernes Santo o en otros domingos con tus sobre reciclados y nota tuya: “Para los pobres de Tierra Santa”. De nosotros depende que los cristianos de allí puedan seguir siendo testigos del Señor, mantengan las obras sociales y apostólicas y que los santuarios cristianos puedan ser visitados y lugares de oración, culto y conversación, como tenemos aquí en nuestras tierras españolas tan fieles a Jesús y a los pobres. Nuestro buen Papa Francisco I nos dijo: “Desde este lugar santo deseo dirigir afectuoso saludo a los todos los cristianos de Jerusalén: quiero asegurarles que los recuerdo con afecto y que rezo por ellos conociendo bien la dificultad de su vida en la ciudad. Los animo a ser testigos valientes de la Pasión del Señor, pero también de su resurrección, con alegría y esperanza”. (Discurso de Papa Francisco I en la Iglesia de Getsemaní, Jerusalén, 26 de mayo de 2014).
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