Una mano amiga en tiempos de incertidumbre
Cuando estás lejos de tu familia siempre sientes el temor de no poder estar junto a ellos cuando más te pueden necesitar, y es en esos momentos en los que es muy importante tener la presencia de personas que te aportan tranquilidad. En este caso no puedes pensar en una sola persona, ya que has tenido la suerte de que parte de un hospital ha estado volcado en el cuidado de mis abuelos y padres, Alejandro y Tinita, pues hablo también en nombre de mi madre, Maite, y de mi hermana, Alejandra.
Mucho es lo que oímos hablar de la sanidad pública y siempre que las palabras no son buenas una parte de mí se revuelve, porque siempre he acudido a ella y siempre he sido tratado con una profesionalidad y un trato excelente, haciendo buena la idea de que somos unos afortunados por poder contar con ella y es nuestro deber defenderla siempre.
En los días de incertidumbre que vivimos tanto mi madre, como mi hermana y yo en los que nuestro abuelo esperaba operarse, todo el personal sanitario (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza, personal de cocina, seguridad, etcétera) ha estado pendiente de cada pequeña cosa que pudiera necesitar sin importar nada más que su bienestar, y eso te da la tranquilidad de que, a pesar de estar tan lejos, los sabes bien cuidados, casi tan bien como si pudieras estar junto a ellos.
Es por eso que queremos darles las gracias desde lo más profundo de nuestro corazón a todos los trabajadores del Hospital Monte Naranco, y muy especialmente a los que desempeñan su labor en la segunda planta derecha.
Muchas gracias por demostrar a todos que todavía quedan buenos profesionales y mejores personas. Nuestra deuda con todos y cada uno de ustedes es eterna.
Reciban nuestro más cariñoso saludo.
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