Parto y libertad
Noticia local que trasciende a lo nacional. Una mujer es obligada a parir en el hospital por riesgo médicamente evaluado para la vida de su hija. La obligación llega de la fuerza puesta en acción de un poder legítimamente constituido como es el judicial. Se emplea la violencia pero esta es por lo pronto racional.
Con el visto bueno médico dicho ejercicio de poder es propio de una autoridad del Estado que en este caso ayuda a crecer, a ser mejor en tanto que salvaguarda con más garantías la vida, es decir, ayuda a eliminar riesgos innecesarios para la salud de una vida que está por llegar y necesita de la máxima protección. No está de más recordar que para ratificar lo hasta aquí expuesto el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". Insistimos, a la seguridad de su persona.
De otro lado están las reivindicaciones de la madre y el colectivo al que pertenece. Básicamente se centran en la idea de libertad. Se resumen en una autonomía asociada a una idea de libertad entendida como actuación ajena a obstáculos que puedan impedir la materialización de sus deseos. Es lo que en filosofía se llama libertad de, que traducido quiere decir en este caso: "mi decisión, mi parto, mi cuerpo, mi bebé". Reconocemos que es prioritaria su defensa pero lo que hemos de señalar es que la libertad es más amplia, se ha de conjugar con la libertad para o capacidad que cada uno de nosotros tiene para poder racionalmente ser mejores personas sorteando barreas, superándolas, en el ámbito de una sociedad en marcha, con un marco legal por todos asumido, y teniendo en cuenta que vivimos con otras personas. Querer hacer lo que uno quiere al margen de la ley ha de implicar la necesaria asunción de mi responsabilidad, eludirlo es arrepentirse, es desligar lo que fuimos de lo que somos y esto no es virtud.
Es evidente que del lado de la libertad está inseparablemente unida la ética. Destacamos como virtud ética ligada a la lucha por la libertad la generosidad o perseveración en el ser otro humano, en este caso la niña por nacer. Perseverar en la vida de otro tiene como límite la propia vida (el riesgo en la gestación de la vida de la madre puede legalmente justificar un aborto).
En definitiva, la libertad se enriquece con la generosidad, poner en riesgo innecesario la vida de una niña que está por llegar en aras a una autonomía mal entendida, por mutilada, es un error. Al igual que es un error no reconocer el error. Por cierto, y para finalizar, uno no puede ser dueño de su cuerpo porque para ser dueño de algo ese algo ha de ser ajeno a mí y hemos de dejar claro que yo y mi cuerpo somos uno, no hay vida sin cuerpo, yo soy mi cuerpo. Está claro que seguimos presos del idealismo cartesiano que entiende al yo como diferente del cuerpo.
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