Otra vez el fuego en Sierra Sollera
Hola, mi nombre es... que importa mi nombre.
Soy de la parroquia de Cabruñana y propietario de un trozo de bosque de castaños por el que llevo peleando años, primero limpieza de malezas, y selección de matas, después pelear contra el chancro, luego contra la avispilla asiática, más tarde contra la administración del Estado que no sabe ni cuales son sus propiedades. Aunque por lo visto es todo suyo, hacen y deshacen a su antojo.
Pero esta tarde luché, como dice el himno de los comunistas, con la lucha final. El fuego. Solo, no había nadie, solo en mitad del bosque. Un helicóptero pasó y no supe más de él. Seguía solo. Solo y pensé que podía defender de las llamas los castaños, enfermos, pero castaños. El fuego saltó un camino, una calea por la que transitaron nuestros antepasados y estaba limpia y cuidada, no como ahora que está llena de malezas. Como decía el fuego se coló por mi espalda, treinta metros, treinta metros de llama baja porque el "paganeo" estaba limpio y cuidado, pero no pude con ellos, con un ramo de pino como hacíamos cuando éramos nenos. El humo y los años me asfixiaban. Cuando me retiraba dando por perdida la batalla al lado de mi coche y al lado de la casa del antiguo guarda forestal, Julio el manco para más señas, muchos se acordarán de él. Había motos, coches, pero nadie peleaba contra el fuego. Todos mirones del fuego. Cuando Julio, el manco, estaba de guarda, todos luchábamos contra el fuego, y siempre lo vencimos. Se quemaba algo pero salvábamos casi todo.
Es uno de los días mas tristes de mi vida. El fuego me condenó a ver la chamusquina seguramente lo que me quede de vida.
Hoy más que nunca me pregunto cómo piensan estos politicuchos de vía estrecha fijar población en el medio rural. Tal vez tengamos que ser pilotos de helicópteros y tener uno preparado por si acaso. Como siempre serán noticia. Serán reminiscencias del pasado o quizás algo estamos haciendo mal.
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