La cruz de la Iglesia
¡Crucifícale!, ¡crucifícale! La historia vuelve a repetirse. Pero esta vez no me refiero a lo acaecido 2.000 años atrás, sino a los ataques a la Iglesia en general y aquí ahora en Asturias, a don Jesús Sanz, cabeza de la diócesis. Las últimas semanas vienen repitiéndose una y otra vez las embestidas hacia la jerarquía eclesiástica que son difamaciones también a todos los que pertenecemos a la Iglesia. Observo en los foros que siguen las noticias sobre las manifestaciones que realiza habitualmente don Jesús que dan por sentado que sólo los religiosos son Iglesia, ¿y los demás? Iglesia somos todos desde el mismo instante en que nuestros padres en el mejor de los casos nos llevaron a la pila bautismal. Hay una obstinación en no conceder crédito a las condenas realizadas por el clero en general contra determinados hechos deleznables por el mero hecho de que eso vende, y si es realizado este hecho por un ministro de Cristo, más polémica todavía. Creo que todos estamos de acuerdo con lo que dijo nuestro obispo, que paguen ante la justicia aquí en la Tierra y ante Dios. Estoy seguro de que al igual que su antecesor realizará su misión exprimiendo al máximo todas sus fuerzas por nosotros.
Muchos se reirán de mí y me llamarán lameculos, como nos tildan a los católicos en múltiples ocasiones en los foros de la prensa digital. Yo tengo la dicha de saber cómo es el día a día de un religioso/a entregado a su fin y os digo que no es nada envidiable, sólo con vocación puede llevarse a cabo. El dicho de vive como un cura sólo está reservado para desdichados que sólo Dios sabe por qué se han ordenado. Recuerden que nuestro pastor es hombre y se equivocará en ocasiones, otras con la gracia que le otorgue el otro Jesús realizará lo correcto.
Y a nosotros, los que algunos llaman católicos de base, nos queda la tarea de ayudar a la Santa Madre Iglesia en todas sus necesidades, que son las de los más desfavorecidos. Cada uno desde la condición que Dios le ha dado con la base de la oración.
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