Don Juan Carlos y la «fiesta nacional»
En LA NUEVA ESPAÑA del día 26-03-2010 leo con inmensa extrañeza las declaraciones del Rey don Juan Carlos con las que mostró su apoyo a la «fiesta nacional» durante la entrega de los premios universitarios y trofeos taurinos de 2009, otorgados por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, cuando tras el acto algunos periodistas le preguntaron si su presencia podría interpretarse como tal, y él respondió que «por supuesto».
Asimismo, en su intervención durante la entrega de los ya mencionados premios el Rey felicitó a los toreros triunfantes en la pasada Feria de Abril y distinguidos con los premios antes mencionados por «la esencia del buen lance», del que indicó «nace un mundo cultural y artístico fecundo».
¡Asombroso! ¿Nada menos que el Rey de España califica tan cruel y sangriento espectáculo masacrando a un desdichado animal de «cultural y artístico»? (...) Me asombra usted, Majestad, como presidente de la protectora mierense de animales espero no ofenderle a usted tanto con este escrito como yo me he sentido ofendido con sus declaraciones en favor de una «fiesta» que yo simplemente la llamaría «vergüenza nacional».
Lo que no entiendo de usted, don Juan Carlos, es que en los comicios nacionales usted se exime de acudir a las urnas, pienso yo que será porque su voto no «incline la balanza» para un lado u otro, ya que los/as candidatos son españoles, por lo que por su parte no puede haber discriminación.
Sin embargo, en este caso que nos ocupa no ha tenido usted reparo en ofender con su opinión a, posiblemente, millones de españoles que para nada estamos de acuerdo con un sacrificio tan cruento y doloroso como es la lidia de los toros.
En la primera línea de este escrito hablo de «extrañeza», puesto que le creía a usted más neutral, no olvidando que en la piel de toro en la que usted reina somos cuarenta y cinco (45) millones de habitantes, a los que usted no puede o no debe discriminar por sus gustos personales. Más de una vez y en este mismo medio he dicho que quien creó al toro, seguro que no lo hizo pensando en que fuera motivo de diversión para un grupúsculo ávido de sangre y sufrimiento ajeno. Desde estas mismas líneas quiero dar una respuesta (mi respuesta) a don Ángel Montiel: LA NUEVA ESPAÑA del jueves 18 de marzo de 2010, donde en un artículo escrito por este señor en la página 30 (tribuna), haciendo referencia a los toros dice: «Los toros se comen». Pues sí, señor Montiel, tiene usted razón, hay personas que comen carne sea de toro u otro animal, pero, ¿es igual para usted sacrificar un toro en un matadero que hacerlo en los ruedos taurinos?, ¿es el mismo el sufrimiento del toro? En los mataderos, señor Montiel, los matarifes de turno son verdaderos expertos en desarrollar su trabajo, y tenga usted la completa seguridad de que los animales que allí sacrifican mueren con el mínimo dolor posible.
Don Ángel, los humanos también hemos de morir, pero ¿es lo mismo morir en la cama cuando llegue nuestra hora que morir ensartado en plena lucha por una espada, pongo como ejemplo? Seamos sinceros, señor Montiel, usted sabe que no es lo mismo y también sabe (si quiere asumirlo) que la práctica de la lidia es el espectáculo más cruel y aberrante que ser ¿humano? haya podido «inventar».
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